El estrés laboral es una realidad asentada en la sociedad y que puede tener efectos peligrosos en la salud. Sin embargo, existe la duda de si esta forma de presión surge de manera aislada en el mundo laboral o si se puede rastrear en la juventud y la infancia. Deberes, actividades extraescolares, exámenes y el constante bombardeo de las redes sociales acarrean una forma de ansiedad que antecede dinámicas laborales de la edad adulta, tal y como observan varias especialistas coruñesas.
“Es una etapa en la que tienen que tomar decisiones muy importante para su vida, pero aún no están maduros. Su cerebro está en un proceso de cambio porque aún no son adultos”, explica Belén Peña Pintané, experta en psicología clínica que examina a niños junto a su hermana, Teresa. Ambas opinan que uno de los puntos de origen del estrés puede ser el propio hogar. Actualmente la mayoría de padres tienen horarios exigentes que les alejan de sus casas mientras que los pequeños deben realizar un gran número de actividades después de clase.
“Se les prepara para que sean muy buenos en muchas cosas y es algo que se valora mucho y esto avanza en la adolescencia”, explica Belén Peña. La especialista afirma que las niñas suelen mostrar signos antes que los niños, pero en general los cuadros de ansiedad pueden surgir desde los 12 años. Otro aspecto es que algunos tienen dificultades en el aprendizaje debido por Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) o dislexia. Pasar por alto estas afecciones pueden acarrear un efecto negativo sobre su autoestima.
En la clínica Únicos, Inés Sánchez Barbeito y Ana Gómez García atienden cada vez más casos de niños “sobrepasados y exhaustos” causado por lo que denominan “un perfeccionismo de niveles patológicos”: “Son expertos en encontrar el más mínimo en lo que hacen”.
Los sentimientos de culpa ante los resultados de las calificaciones o el miedo al próximo examen les lleva a “una apatía absoluta que les impide disfrutar del resto de sus actividades y del mundo”, tal y como explican las doctoras.
Otro de los aspectos que resaltan es la visión de los adultos al infravalorar tales problemáticas. Estás personas se quedan en la superficialidad de las nuevas generaciones y no consideran que los conflictos que afrontan sean relevantes, una visión que no comparten los jóvenes debido al nivel de exigencia. “El estrés puntual y controlado, también llamado eustrés o estrés saludable, es bueno y beneficioso en un momento determinado. El problema es cuando se cronifica” afirman las psicólogas de Únicos.
Belén Peña advierte que los padres deben estar alerta si un hijo está constantemente de mal humor, posible indicativo de estrés, o si está aislado y habla poco. “Pueden ser dos señales de alerta”. También añade que si se mantienen, estas presiones pueden pasar a la vida adulta como crisis de ansiedad o una depresión.