Un 5 de junio de hace 25 años abría sus puertas la Casa de los Peces, el Aquarium Finisterrae, la puerta de entrada “al nuevo milenio”, tal y como señalaba el por entonces alcalde, Francisco Vázquez, con motivo de su apertura, puesto que se trataba de un “referente mundial en divulgación científica”.
Y es que el Aquarium era la tercera pata de un proyecto de museos científicos que mezclaban, entre muchos otros ingredientes, esa divulgación con la interactividad. Pero, tal y como recuerda el impulsor de los museos científicos, y durante muchos años director de los mismos, Ramón Núñez Centella, el Aquarium supuso “un avance importante porque era el que más atractivo tenía de todos”. Nacía como un híbrido, “tenía características propias de los acuarios y otras de los museos interactivos, incluso de los museos de colecciones”, apunta Núñez Centella.
Pero eran muchas las claves que conformaron el éxito del Aquarium, “algunas realmente singulares”. La principal, recuerda, era “que el mar entraba dentro del acuario y el acuario entraba dentro del océano”, algo muy en mente cuando se eligió como emplazamiento lo que antiguamente fue la cetárea de As Lagoas.
“Supuso un avance importante”, “tenía características de los acuarios y de los museos interactivos”, recuerda Ramón Núñez Centella
La Casa de los Peces nacía también con un claro “valor simbólico”, precisamente por ese emplazamiento. “Fue construido a pocos metros de donde se había hundido el ‘Mar Egeo’”. Por eso con esta instalación, A Coruña le hacía “un homenaje al mar”, a ese mar “al que se le había hecho tanto daño”, afirma Núñez Centella, recordando los diferentes vertidos en las costas gallegas. Era, por tanto, un “homenaje en clave afectiva”: “Aquello que uno ama, no lo quiere deteriorar”.
Pero quizá una de las claves más importantes del éxito del Aquarium era que se planteó como “un escenario vivo”.
Y es que una de las partes importantes eran sus especies, poniendo especial énfasis en las especies gallegas. “Lo que podía ver la gente eran los mismos peces que veía en el mercado, pero allí los veía vivos”.
Pero ese “escenario vivo” que plantea Núñez Centella apuntaba a aspectos microscópicos que marcaban la diferencia con otros acuarios. “El agua está viva, tiene fitoplancton y zooplancton para que puedan alimentarse los invertebrados, en general”.
Y todo esto se iba completando con otras especies que acabarían siendo principales atractivos de las visitas al Aquarium Finisterrae. Los pulpos causaban sensación en sus inicios. También los tiburones, como Gastón, que acaba de celebrar el 18 aniversario de su llegada, aunque antes ya hubiera otros escualos como Teresa. Las focas son otro de los grandes divertimentos de las visitas, como también lo pudieron ser en el pasado el lubrigante que casi alcanza un tamaño de récord ‘Guiness’.