Cuando aprieta el bolsillo es tradicionalmente el ocio el primer perjudicado y la víctima de los recortes que hacemos como administradores de nuestro propio ministerio de la economía personal. Sin embargo, a juzgar por la percepción de los profesionales de la marcha y la vida nocturna de la ciudad, seguimos apostando por un fondo de supervivencia para mantener ese margen que exige nuestra condición de animales sociales. 

Suena casi a leyenda urbana las historias que cuenta que en un tiempo no muy lejano era posible estirar la noche con un billete de 1.000 pesetas, 6 de los actuales euros. Resultaría casi imposible tomarse algo más que una cerveza en los principales establecimientos actuales y mucho menos repetir. Sin embargo, a la hora de valorar y trazar una noche estándar del coruñés medio las visiones no difieren en demasía. 

Si alguien entiende de público diverso y propuestas ese es Luis Diz, responsable de Galicia de Noite y las salas y pubs de la zona portuaria. Algunos de ellos son de visita de última hora para algún segmento de edad, por eso trazar un patrón de comportamiento se le antoja más difícil. “Cada local es un mundo”, advierte. “Los clientes de Pelícano gastan un mínimo de 18 euros, mientras que en la sala Inn Club hablamos de entre 7 y 10 euros para dos horas de permanencia”, añade.

Pubs tradicionales
Muchos de esos que apuestan por finalizar la noche en el puerto llegan procedentes de La Marina, todo un epicentro de reciente repunte y en el que Tre Parole acostumbra a registrar colas hasta su cierre, a las 03.00 horas. Su gerente, Marta Bea, también es responsable de dPicos Pardos, en la zona de la Cormelana. “Estimamos que en estos dos locales el consumo es de unos 30 euros por cliente, con una permanencia de unas tres horas, aunque los más fieles se quedan hasta el cierre”, apunta la hostelera, que respecto a quienes inician la tarde en el Azka señala que de allí suelen salir después de consumir unos 20 euros. A menos de 100 metros de Tre Parole, Antonio Ruiz, responsable de La Calle y Quai, estima que cada cliente se toma unas tres copas antes de poner rumbo a otro establecimiento.

Studio 54, en la calle del Socorro, es de los pocos establecimientos que han sobrevivido a la peseta. Carlos Pereiro, su propietario, le pone precio al pack completo de la noche en A Coruña. “Hace diez años uno salía de fiesta con 40 euros, pero ahora es muy difícil hacerlo por menos de 60: entre taxis, entradas, invitaciones o chupitos hablamos de un gasto de entre 60 y 100 euros”, advierte. No quiere decir que todo ese presupuesto se vaya a la caja propia. “La media suele ser de dos copas por persona, hay gente que se toma una y se va y quien pide ocho hasta que cerramos”, asegura.

Por edades
En el puente entre la tarde y la noche permanece el Cine París. Emilio Ron, su gerente, habla de hábitos por segmento de edad y de un problema fundamental: la inflación en los precios. “El canal de alimentación aglutina la mayor parte del consumo; el coste del servicio es tan alto que muchas veces no deja capacidad para la repetición”, matiza en referencia a la subida al por mayor. “Una persona de unos 35 años se deja unos 40 euros, pero a medida que sube la edad incrementa el gasto en cenas y baja en copas”, finaliza. 
Y es que, después de la noche de fiesta y a tenor del relato de los que viven de la misma el camino de vuelta a casa sólo puede tener una alternativa a la caminata: el taxi. Un gasto más para un tiempo de asueto al que de momento renunciamos a renunciar.