Parecen abonados al relato de la inseguridad los vecinos de A Falperra, una zona especialmente envejecida y en la que salir a la calle tiene cada vez más peros, matices y riesgos para algunos residentes. Al menos esa es la visión tanto de la asociación vecinal como de las víctimas de atracos, hurtos e intentos frustrados que hacen encender las luces de alarma. Los últimos ejemplos no consiguieron ningún botín y se quedaron en daños materiales: varios coches fueron objeto de asaltos, con el denominador común de que ninguno de ellos era especialmente moderno ni contenía productos de valor en su interior. Nuevamente pone sobre la mesa la vieja reivindicación de la vuelta de la Policía de Barrio.
Los tres casos registrados tuvieron lugar en la calle que da nombre al barrio de A Falperra, en las proximidades de la ronda de Nelle. Todos tuvieron por denominador común la nocturnidad, los destrozos, la aparente aleatoriedad de los objetivos y la nada más absoluta en forma de recompensa, más allá de un buen disgusto para los que se encontraron sus vehículos forzados. Lo más curioso es que uno de los residentes denunciantes, más allá de no haber perdido nada se dio cuenta cómo los amigos de lo ajeno se llevaron parte de la instalación eléctrica de su coche, especialmente un microchip del que no tiene idea de qué uso puede brindar a sus nuevos dueños. “Lo encontré todo revuelto y no tenía nada de valor, así que no pudieron llevarse nada, pero lo que me pregunto es cómo me puede faltar un chip del sistema eléctrico. La duda es si denunciarlo a la Policía, porque tampoco resuelve demasiado”, lamenta la víctima.
La existencia de un narcopiso en las inmediaciones del barrio, exactamente entre la calle de Vizcaya y la ronda de Nelle, está, según los vecinos, en el origen del repunte de la criminalidad y la existencia de una marginalidad que, si bien no deriva en grandes asaltos sí es foco constante de intranqulidad y pequeñas intentonas. Especialmente flagrante fue la agresión a una octogenaria el pasado mes de marzo con la finalidad de llevarse su bolso. Además, otra persona mayor se llevó un buen susto cuando se disponía a salir del portal y vio cómo un delincuente le sorprendía y se llevaba sus pertenencias.
Según los vecinos existen indicios y motivos suficientes para reactivar la Policía de Barrio o, por lo menos, aumentar la presencia policial. Resulta frustrante, además, el comprobar cómo la actuación en el narcopiso no puede finalizar en desalojo, ya que según han podido saber y denuncian los residentes es la propiedad la que se encarga de realizar actividades de trapicheo y de atraer toxicómanos.
Por otra parte, A Falperra parece haber tomado el testigo prácticamente de la otra punta de la ciudad, en concreto de Novo Mesoiro, donde la semana anterior se registraron seis asaltos a vehículos en una espacio de solamente 24 horas. Finalmente, otro frente abierto de los vecinos de A Falperra sigue siendo el cambio de los árboles de la calle de Pla y Cancela, para lo que han registrado 720 firmas.