Rosa Otero | “Estoy muy contenta de haber recuperado a mucha gente”

PRESIDENTA DE AMAS DE CASA y de otras asociaciones, la que será la primera Hija Adoptiva de A Coruña se caracteriza por una enorme labor social que ha desarrollado durante más de cincuenta años entre la gente más necesitada, la que ha caído en las drogas o que residía en los asentamientos chabolistas
Rosa Otero | “Estoy muy contenta de haber recuperado  a mucha gente”
Rosa Otero, frente a su farmacia | Quintana

El próximo lunes, la Comisión de Honras y Distinciones votará el nombramiento de la farmacéutica Rosa Otero Yáñez (Santiago, 1940) como Hija Adoptiva de A Coruña por su incansable labor social. Presidenta de la Asociación Antonio Noche, de la Asociación de Ayuda al Preso, de la de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios, ha trabajado en los campos del chabolismo, la drogadicción y la asistencia social mientras seguía ejerciendo su profesión y el rol de madre, como si fuera una moderna Concepción Arenal. El Ideal Gallego había señalado días atrás que hasta ahora ninguna mujer había sido distinguida como Hija Adoptiva, y el Ayuntamiento ha querido que Otero sea la primera.

 

 

 

 

¿Esperaba la distinción?

Fue una sorpresa, la verdad. Ayer por la mañana me llama la señora alcaldesa diciendo: “‘Quiero que sepas esto por mí primero” y me dejó.... Luego me llamó gente conocida y que me decía que salía en el periódico... Y hoy me veo en El Ideal que dice que soy la primera Hija Adoptiva.

 

¿Cómo se siente?

Contenta y agradecida. Pero todo el mundo que me ha ayudado tiene su mérito.

 

Si hubiera sido coruñesa, la hubieran hecho Hija Predilecta.

Yo entré en A Coruña con 23 años, me casé con un exportador de pescado del muelle y desde entonces soy coruñesa.  

 

¿Cómo consigue hacerlo todo?

Bueno, no soy de las que duermen mucho. La necesidad ayuda.

 

Son 50 años de importante labor social. ¿Sigue igual de activa?

De momento, puedo ayudar. Aprendes también. Yo se lo digo a la gente joven: tendrían que hacer mucho más.

 

¿Cuál fue el comienzo?

Yo abrí la farmacia en 1972, pero con anterioridad estaba trabajando como analista en Labaca y allí me uní un poco a la gente humilde y necesitada de A Coruña. Al poner la farmacia aquí, la gente se adaptó a mí y yo a la gente.

 

¿Qué le preocupaba más?

En los asentamientos chabolistas veías las verdaderas necesidades. Los niños chiquitines, sin escolarizar, sin estar en el registro civil... El primer asentamiento que eliminamos, en el buen sentido, fue Penamoa. En aquella época estaba de alcalde don Paco Vázquez, que ayudó mucho.

 

¿Qué recuerda más de aquello?

La primera vez que entré en una chabola de allí, todavía guardo la imagen. Porque era todo oscuro, negro, un montón de cosas, por no decir basura, y aquello, al verlo, te llenaba de... Decías: ‘Aquí algo hay que hacer’. Así empecé mi labor social.

 

¿Siempre fue solidaria?

Pero en mi Santiago natal, con diez años, ayude a parir a mi madre. Iba a ayudar a los monjitas a ayudar a los ancianos... Tuve un espejo muy grande en casa, que eran mis padres.

 

“La primera  vez que entré en una chabola era todo oscuro, negro, un montón de cosas por no decir basura, y aquello,  al verlo,  decías: ‘Aquí algo hay que hacer’

 

Hábleme de ellos.  

Mi padre era revisor del Castromil A Coruña-Santiago. Éramos ocho hermanos, y me encantaba el turrón duro. En Navidad nos lo daba el Sindicato Vertical, pero mi padre se lo dio a un compañero. Yo era pequeña y le dije “Papa, yo quiero turrón duro. El señor Ángel ya lleva uno ¿Y el nuestro?”. Y él me respondió: “Mi niña, hay que darle al señor Ángel, que tiene cinco niños muy malitos en la cama”. Tenían la tuberculosis, ellos y su mujer. Se me quedó grabado. Mi padre, con ocho hijos, trabajando todo el día; mi madre, dedicada a su casa, trabajando como una negra, estaban pendientes de la gente necesitada. Lo pienso todo los días.

¿Diría usted que la gente es menos solidaria ahora?

Hay de todo. Hay gente muy solidaria. Llevo muchos años y cuando viene la Nochebuena y la Navidad, vas por los supermercados y la gente, voluntariamente, incluso la que no es generosa, da.

 

¿Y su labor con Antonio Noche?

Era el cura de Santa María de Oza. Pedía a la gente necesitada que sufría algún problema coronario, que los trasladaban a Madrid. Siempre me preguntaba sobre a quién debía darle. Fueron muchos años juntos y la convivencia con la gente, muy necesitada, gente mayor, a la que tenías que llevar comida porque estaba encamada.  

 

¿Cuándo tomó conciencia del problema de la drogas?

En aquel entonces, la sangre no se donaba, se compraba. Estando de analista en Labaca me di cuenta de que la mayoría  de los chicos que iban a donar luego los veías en malos rollos. Aquello me preocupaba. Yo entonces tenía a mis hijos muy pequeñitos y me decía: “Si el día de mañana tengo que ver esto”... Yo hablé con el Ayuntamiento y ya no se vendió sangre, comenzó a donarse.

 

¿Qué implicó ese cambio?

(Una persona la saluda) Como hacían falta donaciones, hice análisis a todo el mundo que quiso en el barrio. Me llamaban del Chuac y me decían: “Necesito cero positivo”. Y yo miraba la lista y decía: “Vamos allá”.

 

En O Castrillón la conocen como doña Rosa.  

Me quedó desde los asentamientos chabolistas. Recuerdo un día en Penamoa. Cuando veían movimiento de gente se asomaban por si era la Policía y luego les oía decir: “Tranquilos, que se le ve el moño a doña Rosa”.  

 

Ese moño es una parte inseparable de su imagen.  

(Otra persona la saluda) Al principio, tenía melena, pero como el tiempo me era muy justo, me empecé a hacer el moño. Y ahora me dicen “la del moño”.

 

¿Cómo estamos con respecto a hace 50 años? ¿Mejor?

Bueno, bueno. Hay mucho que hacer. La vida subió mucho, la gente joven tiene que tomar más conciencia de la situación de la vida.  No les hemos enseñado como es la vida de verdad. Yo ayudaría enseñando a trabajar también. En eso nos falta mucho que hacer. Pienso qué vamos a hacer el día de mañana. Juventud para tener hijos no hay, la mayoría no trabaja... ¿Qué va a ser de la gente mayor dentro de unos años? Eso me preocupa.

 

¿De qué esta más satisfecha?

Estoy muy contenta de haber recuperado a mucha gente. Me vienen y me dan besos. Y yo les digo: “Con lo mala que he sido”, porque tengo llamado a la Policía. Pero ellos me dicen: “Por mi bien”.

 

¿Y qué espera del futuro?

Quiero seguir luchando y enseñando todo lo que pueda a la gente joven. 

Rosa Otero | “Estoy muy contenta de haber recuperado a mucha gente”

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