La sirena de Matadero lleva tanto tiempo contemplando el sol que probablemente tenga nostalgia del océano y quiera darse un buen chapuzón. Sin embargo, no podrá hacerlo. Estos días la escultura de Márgara Hernández Smet aparece amarrada fuertemente: una cincha roja, tensa, la sujeta por el cuello, como si pretendiera evitar que escapara.
O que cayera porque, en realidad, se trata de parte de unos trabajos de sujeción de esta escultura. Son muchos kilos de bronce los que soporta la base, que ahora mismo está sujeta provisionalmente con cuñas, de ahí que hayan tenido que asegurarlo con una cincha. No es, por otro lado, la única escultura que forma parte del contrato. También la ‘Hidra de Lerna’, una escultura de piedra con forma de barco situado en el parque de la Torre de Hércules, de Fidel Goás Mendes, también necesita unos arreglos.
Las dos esculturas se instalaron aproximadamente en la misma época. La de Márgara Hernández en 1995 y la de Goás, en 1998. Han soportado muchos embates del viento, mucha lluvia y mucho sol, y eso deja su huella. Además, en el caso de la sirena, también tiene que soportar a los curiosos En septiembre, unos graciosos le pusieron un bikini, unas gafas de sol e incluso unos guantes.
Según dicen, esta escultura recuerda la leyenda de una joven que se ahogó y regresó convertida en sirena. Si esto es cierto, evitar que caiga el mar no solo es una cuestión de salvaguardar el patrimonio, sino de evitar que la historia se repita.