Hace tiempo que los visitantes del Barrio Latino de París tienen en los restaurantes libaneses su gran debilidad y predilección, tanto para los autóctonos como para quienes buscan en sus empedradas calles la utopía del 68 o el romanticismo atemporal de la llamada Ciudad de la Luz. Puede que de esos viajes, o de un paladar cada vez más global, venga el secreto del éxito en A Coruña de Al Wahab, una propuesta que se instaló a finales de 2022 en la calle Pórtico de San Andrés (donde el Recuncho de Maite) y que ya puede presumir de haber abierto un espacio mucho más grande en el número 45 de la calle del Socorro. A juzgar por su nivel de ocupación entre semana, el futuro es halagüeño.
Siria, Líbano y Venezuela son tres habituales que acompañan en la mesa, al menos a quienes mantienen la costumbre de comer con el informativo de fondo. Sin embargo, los coruñeses ya han abierto de par en par las puertas a sus delicias gastronómicas, que son muchas y cada vez más conocidas. “A los coruñeses les encanta probar, la verdad es que me quedé muy sorprendida desde el primer momento”, explica la creadora de la propuesta, Lila El Halabi, descendiente de sirios y natural de la ciudad de Valencia, en Venezuela. “La comida siria y libanesa son en realidad lo mismo, con algunos matices, porque los libaneses son un poco los franceses de Europa: un poco más pijos”, bromea.
Antes de hincarle el diente al hummus, el kibbe, el shawarma o el machewi es de ley poner en valor el peregrinar de El Halabi hasta triunfar con Al Wahab. Lila probó anteriormente suerte en Valdoviño, con un establecimiento de comida gallega y venezolana, así como en el mismo emplazamiento de Pórtico de San Andrés con una propuesta menos atrevida. No fue hasta que decidió a buscar directamente el sabor de sus ancestros cuando tocó la fibra de los coruñeses. “A los que todavía no han probado esta comida les digo que se anima, es una comida muy fresca y con opciones veganas y sin glutem: sacia, pero sin la sensación de no poder más”, confiesa la propietaria, que cuenta con un local ‘hermano’ en Vigo, también de su propiedad. “Lo abrí porque los venezolanos están muy acostumbrados a este tipo de comida y van mucho allí para trámites consulares, pero los vigueses no son tan dados a probar como los coruñeses”, bromea.
Y, por si la comida no resultase un reclamo de por sí, la motivación final que llevó a la apertura del segundo local supone todo una rara avis en el sector. “Es una comida de preparar toda en el momento, y quería respetar los dos días libres de mis trabajadores, por lo que necesitamos de un segundo local que poder cerrar martes y miércoles, porque el original lo hace domingos y lunes”, finaliza.