La historia la escriben grandes nombres, pero la construyen héroes anónimos cuya importancia se queda simplemente en relatos familiares. La sociedad que ahora moldeamos nos la dejaron de forma desinteresada y con cariño nuestros abuelos, en el caso de Galicia muchas veces con un océano de por medio. Y ahí donde ha puesto el foco la tercera edición de los relatos recogidos por ‘Tu historia de verdad importa’: Trece héroes sin capa, mayormente nonagenarios, que con sabiduría y perspectiva arrojan luz sobre sus sufrimientos, recuerdos y momentos brillantes que en muchos casos se habían guardado hasta ahora. Trece mayores que pasan sus días en cuatro residencias, y que ayer en fueron protagonistas en la presentación que tuvo lugar en la sede de la Fundación María José Jove, uno de los pilares del proyecto, junto a Lo Que de Verdad Importa, la Fundación ADEY y la Xunta de Galicia.
La cuenta es sencilla: Trece historias de gallegos y gallegas entre los 102 años de Tomás Pulleiro, socio número 5 del Depor, y los 60 del benjamín, con buena parte de ellos entre los 90 y 95 de carnet, que no de un espíritu que dejaron patente convirtiendo el acto en una auténtica celebración de vida.
Aproximadamente mil años de existencia entre todos, durante una de las etapas más duras y crueles de la historia de España, pero siempre con el amor y la fortaleza por bandera. Y es que de superación es campeona mundial Evelyn Anderson, protagonista de ‘Soy una usuaria de Aspronaga’, y que a pesar de que la vida no se lo puso nada fácil es ahora la estrella de un libro propio de un guion de Hollywood.
Ejerció de conductor de la ceremonia José Ramón Gayoso. Lo hizo desde la complicidad y la empatía, pero también desde el cariño. “Son enciclopedias con dos piernas y corazón, un entrañable acto de amor”, afirmó el presentador, quien tuvo un gesto especial para cada uno.
Acostumbrados a encajar golpes y disfrutar en muchos casos alegrías efímeras, los mayores recogieron el premio con solemnidad y entereza, en ocasiones que sus emocionados hijos nietos y bisnietos. La mayoría subieron por su pie. Los menos lo hicieron en silla de ruedas, y los que necesitaban andador se valieron por sí solos. No pudieron contener las lágrimas las jóvenes narradoras que les acompañaron durante meses para aprender y transmitir su historia. Todas, confesaron, tuvieron la experiencia de sus vidas, que ahora está escrita y a disposición de todo el mundo.