Un viaje de fin de curso de A Coruña al Pacífico para ponerse el babero

Un viaje de fin de curso de A Coruña al Pacífico para ponerse el babero
Los alumnos se encargaron de caracterizar la escuela con motivos asiáticos | Joaquín Abad

La décima promoción de alumnos del curso BeCook, la iniciativa de la Escuela de Hostelería Álvaro Cunqueiro y su matriz la Escuela Provincial de Empresarios de Hostelería de A Coruña, consiguió llegar a buen puerto tras un viaje de nueve meses con destino a ambos lados del Pacífico. En el tiempo que dura un embarazo el buque escuela ha conseguido dar a luz a profesionales que no solamente han gestionado su propio restaurante, tanto en lo que la atención al público como a la oferta y la administración se refiere, sino que también han conseguido dominar desde el producto más próximo hasta las mismísimas antípodas. La prueba definitiva, lo que podría considerarse un fin de fiesta, la pudieron comprobar un total de nueve privilegiados en forma de tres grupos de nueve personas, a los que los estudiantes, casi ya profesionales, prepararon un excelso menú degustación. El de ayer resultó el servicio definitivo.  


La primera gran novedad respecto al celebrado menú del día y comedor tradicional es que los clientes se sentaron en la mesa de preparaciones, justo al lado de la cocina, y con los 12 estudiantes trabajando en sus propuestas. Cada uno de ellos tuvo que trabajar durante meses en un país en concreto, en el estudio de su gastronomía y en cómo llegar a captar ese sabor característico. No era una elección cerrada: Moraima, con fijación por la pasta desde el primer día de clase, confesó querer hacer un ravioli, aunque para ello tuviera que irse a México y adaptar el sabor centroamericano a la preparación más transalpina. Y le salió una fusión que se situó entre las preferidas de los asistentes. 


Los propios alumnos se encargaron de crear, además de la comida, una atmósfera inmersiva y envolvente: luz tenue, de callejón oriental, con predominancia de rojos y en ocasiones un calor sofocante. La idea era empaparse del street food y sus variantes según países. Cada alumno repartió una especie de tarjeta de presentación de su proyecto, además de realizar una exposición del mismo. Y es que, a pesar de que se trataba de un menú degustación, algunos de los platos tenían detrás días de preparación, además de meses de estudio.


Nueve platos, un postre y un café de Saigón después, el profesor Pablo Caridad y los alumnos se sentaron a recibir los elogios y la evaluación de los asistentes. Ahora por delante tienen todavía un último mes de gestión. 

Un viaje de fin de curso de A Coruña al Pacífico para ponerse el babero

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