José Manuel Andrade (Cabana de Bergantiños, 1975) es director de la Fundación Juana de Vega desde 2005 pero su relación con la entidad, que honra la memoria de esta oleirense preocupada por el bienestar de sus convecinos, comenzó en 1998. No obstante, su labor no se limita al pazo de A Carballeira, en Nós, ya que es profesor de Economía y Empresa en la Universidad de A Coruña.
¿Qué es y qué hace la Fundación Juana de Vega?
Es una entidad creada en el año 1872 por una mujer ilustrada y liberal. Hija única de una familia que hizo fortuna en La Habana, con una honda preocupación social y que estuvo casada con uno de los héroes de la Guerra de la Independencia, el general Francisco de Espoz y Mina. Al final de su vida, sin descendencia, dejó todo su patrimonio para que se constituyese una institución que contribuyese a la mejora del medio rural gallego. En aquel momento, ella decía que lo que quería era que se crease una escuela teórica-práctica de agricultura para dar formación a la gente del entorno de la parroquia de San Pedro de Nós, en particular, y también a la provincia coruñesa, en general. Actualmente, 147 años después de su fallecimiento, seguimos contribuyendo al desarrollo del medio rural gallego con los recursos que provienen de su patrimonio pero con actividades que conectan con la realidad del siglo XXI que, como es obvio, es diferente a aquella época.
¿Qué diferencias y similitudes hay entre ambas épocas?
En el XIX, el desarrollo dependía casi en exclusiva de la formación de la gente. Hay que tener en cuenta que en Galicia en aquel momento más del 80% de la población carecía totalmente de formación. Por eso lo que se planteaba era la formación de agricultores para que mejorasen la productividad y contribuir así a la riqueza del territorio. No obstante, debo dejar claro que no era una preocupación en exclusiva de ella, era una corriente que se extendía por Europa. Otra diferencia es que ese espacio de formación ya está ocupado sobradamente por las administraciones públicas, en este caso la Xunta con los centros de formación agraria que hay repartidos por toda la comunidad, por lo que la fundación tenía que ocupar otro hueco en el que pudiese ser más útil. Esto nos ha llevado a trabajar en otras líneas en las que actuamos como dinamizadores del desarrollo rural. Así, ahora estamos promocionando el sector agroalimentario, también nos centramos en recuperar especies forestales autóctonas y hemos creado la Escola Galega da Paisaxe. Y para rendir homenaje a Juana de Vega y su papel de mujer liberal y preocupada por el medio rural se ha creado la Cátedra que lleva su nombre en la Universidad de Santiago.
Todos los años ayudamos a diez emprendedores a hacer realidad sus ideas de negocio. Y se puede decir que algo más del 60% continúan en funcionamiento actualmente
¿Qué trabajo destacaría de los que está llevando a cabo, en la actualidad, la fundación?
Destacaría el programa de apoyo a empresas agroalimentarias, que lanzamos en 2012 y que tiene por objetivo apoyar a aquellas personas que quieren poner en marcha un proyecto empresarial en el sector agrario o forestal, con las mayores garantías de éxito. Pensamos que en el ámbito rural hay oportunidades de trabajo, de ganar dinero y de vivir bien. Todos los años ayudamos a diez emprendedores a hacer realidad sus ideas de negocio.
¿Cómo eligen a los emprendedores a los que asesoran?
Tienen que presentar una idea de negocio, luego hacemos un taller de preselección en el que hablamos con ellos para conocer sus aptitudes y actitudes y finalmente escogemos a los que participarán en el desarrollo de su iniciativa.
¿Hacen un seguimiento posterior a esos empresarios?
Sí, mantenemos contacto con ellos. Algunos proyectos no fructifican, otros continúan, pero mantenemos relación.
¿Tienen cifras sobre el grado de éxito de los proyectos?
Estadísticamente hablando se puede decir que algo más del 60% de las iniciativas continúan en funcionamiento actualmente.
¿Cuáles son los motivos de que casi el 40% fracasen o no salgan para adelante?
Depende. Tenemos identificados distintos perfiles de emprendedores. Uno es el que decide poner en marcha una iniciativa empresarial cuando carecen de puesto de trabajo, por lo que no tienen el mismo grado de convicción sobre su idea empresarial y cuando le aparece una oportunidad como empleado abandona la idea; después está el emprendedor de oportunidad, que es aquel profesional que se encuentra trabajando y descubre un negocio en el ámbito rural y que trata de ponerla en marcha con convicción. Ese es el que tiene más garantías de tener éxito. No obstante, los problemas son comunes. La principal dificultad es la de acceder al mercado. Es muy fácil producir pero no es tan sencillo vender. No es una problemática exclusiva del medio rural pero también se da en este sector. También hemos detectado que las trabas burocráticas son un freno para el desarrollo de iniciativas empresariales novedosas que, quizás, en otros países si funciona y aquí se les imponen restricciones.
La comarca es una zona límite pero existe una variedad, el blanco legítimo, para que los vinos brigantinos, con sus limitaciones, puedan competir
Otro campo en el que se centran es en viticultura.
Sí, en este caso colaboramos con el Centro de Formación e Experimentación Agroforestal de Guísamo. Allí todos los años ofertamos seminarios de viticultura y enología que tienen mucho éxito. Cada curso cuenta con 70 alumnos y su atractivo radica en que los asistentes participan en todo el proceso vegetativo de la vid, control de maduración, tratamiento de viñas, vendimia e incluso elaboración de los vinos.
¿Son las comarcas coruñesa y brigantina interesantes para el cultivo de la vid?
La fundación, en el ámbito de la investigación, recuperó dos variedades autóctonas de la zona como son el blanco legítimo y el godello. La primera de las dos tiene un enorme potencial y se ven movimientos, principalmente, en la comarca de Betanzos con nuevas plantaciones. Esta área es una zona límite pero existe una variedad para que los vinos brigantinos, con sus limitaciones como es el volumen de producción, puedan competir.
Es decir, As Mariñas nunca podrá ser La Rioja.
No, pero Galicia tampoco. Estamos hablando de volúmenes de producción. Lo que sí puede competir es en calidad y en precio. Lo importante es tener precios altos, que revaloricen el producto.
Suena algo paradójico que para competir haya que hacerlo con precios altos.
Si se pretende valorizar un producto y que tenga referencia de calidad tiene que tener un precio alto. Galicia tiene que competir en precios altos, con productos “delicatesen”, de calidad diferenciada que sea valorada por el consumidor. Los únicos que pueden competir con precios bajos son los que tienen mucho volumen. Ellos van a ganar mucho igual. Galicia no puede competir en volumen pero sí puede hacerlo en calidad. Por eso tenemos que hacerlo en precios altos y en los vinos más todavía. Galicia tiene un posicionamiento muy alto en el mercado actualmente.
¿El mercado está interesado en el vino gallego? ¿O es el vino gallego el que se pone en el mercado?
El mercado está interesado en el vino de Galicia y la prueba está en que cada año se incrementa la demanda.
Juana de Vega, al final de su vida, sin descendencia, dejó todo su patrimonio para que se crease una institución que contribuyese a la mejora del
medio rural gallego
Y el blanco legítimo, ¿se encuentra en esa posición?
Está comenzando. Pero los productores tienen que seguir esa filosofía y estoy seguro de que lo harán.
Ya que ha salido el tema de los productos de la comarca, ¿qué relación mantienen con la entidad Terra das Mariñas?
El Grupo de Desarrollo Local Terra das Mariñas y nosotros mantenemos una relación muy estrecha desde hace muchos años porque compartimos objetivos y preocupaciones comunes. Hemos organizado conjuntamente cursos, jornadas y participado en iniciativas de interés común.