Con emoción, entre versos y olor a tinta, Betanzos despidió a Omar Kessel (La Habana, 1953-A Coruña, 2024) en la sede Fundación CIEC (Centro Internacional de Estampa Contemporánea). Entre las mesas y los tórculos del taller en el que enseñó durante casi tres decenios, donde compartió conocimiento y experiencias a un número incontable de alumnos desde los 90. En ese espacio que tantos días inundó con su música y su alegría; con la ofrenda y los aplausos de sus alumnos, sus compañeros y sus vecinos del casco histórico, que el artista vivió como nadie dejándose contagiar de sus atractivos y extravagancias, como uno más en Betanzos.
Las intervenciones del director del centro, Pedro Galilea, y de la escritora Olga Patiño Nogueira, que dedicó un poema a Kessel, pusieron el cierre a un acto marcado por los sentimientos de quienes lo conocieron, que destacaron su humanidad, su sencillez y su discreción, convencidos de que “se marchó de la misma manera que vivió”, sin hacer ruido, como recordó Galilea. Porque nadie esperaba una noticia así, de un momento para otro, como se evidenció en las ofrendas espontáneas que amigos y conocidos acercaron aquellos días al CIEC.
“No centro do cántico/está a túa sombra movediza:/nómada de alma errante...”, recitó Patiño.
“(Omar) se marchó de la misma manera que vivió”, intervino Pedro Galilea
“No centro do cántico/está a túa sombra movediza:/nómada de alma errante...”, recitó Patiño.
Omar Kessel retrató a Cuba y Galicia. Una, la tierra en la que nació, y la otra, la que abrazó con entusiasmo, y a las dos las mostró al mundo, desde Estados Unidos a Luxemburgo pasando por Brasil o Nicaragua.
Las creaciones de Kessel se definen también la presencia constante de la mujer, por la fuerza de sus personajes, por su lenguaje plástico y por la potente expresividad de sus figuras, casi siempre femeninas, con rostros perturbadores y mirada intrigante que parecen querer comunicar algo al espectador.