Casi veinte años tarde, pero la Praza da Capela de Carral ya no tiene su marquesina gigante. Lo que fue una causa por la que los vecinos se echaron a la calle en junio de 2005, y que dio no pocas vueltas en sesiones plenarias y medios de comunicación, es hoy una realidad y la parada de bus se ha derribado.
La estructura, que la Xunta construyó ese 2005, se convirtió en un motivo de crispación entre oposición y Gobierno local –comandado por José Luis Fernández Mouriño, que llegó en 2003 al poder tras una moción de censura al anterior alcalde, el socialista José Manuel Vales–. Los vecinos se quejaban en su momento del “desproporcionado tamaño” de la parada, según puede leerse en las páginas de El Ideal Gallego, y clamaban por “mejoras en la única plaza que existe en la capital municipal”.
Desde el PSOE y el grupo mixto alegaban que la marquesina, en dirección a Santiago, “sólo servía para los viajeros que se bajaban del bus y que lo lógico sería situarla hacia A Coruña”. Pese a que la edificación se ha trasladado a otro lugar a pocos metros de allí, en la Costa do Pincho, sigue ubicada en el mismo margen de la carretera N-550, en sentido Santiago. El 24 de noviembre de 2005 la corporación municipal sacó adelante una moción presentada por Unidade Veciñal –grupo liderado por Lois Anxo Ferreiro– para retirar la marquesina y colocar “cuatro de menor tamaño en otros lugares del centro de la capital municipal”.
Un año después, el propio Ferreiro aseguraba a este diario que la Consellería de Política Territorial no respondía a sus escritos y le pedía que ejecutase las obras tras el acuerdo plenario requerido, que acompañaron de más de 300 firmas de residentes de la zona: “A Xunta está a demostrar que non respecta a autonomía municipal nin os acordos dos concellos nin ós veciños”, decía.
Medía 4,10 metros de alto y el vuelo del techo, de unos 1,75 metros, llegaba al arcén, por lo que se criticaba el riesgo que suponía para el tráfico rodado. Ahora que han comenzado las obras de remodelación de la Praza da Capela por parte del Ayuntamiento –que aumentarán la superficie peatonal y las zonas verdes, además de renovar el alumbrado, entre otras actuaciones–, la marquesina es historia. Que veinte años no es nada, decía aquel tango de Carlos Gardel.