La detección de una cuarta fuga en los gasoductos rusos Nord Stream parece disipar cualquier otra opción que no sea el sabotaje para explicar esos escapes, cuyo origen investigan las autoridades danesas y suecas, mientras Alemania evalúa los daños medioambientales en el Báltico.
Las fugas provocarán emisiones tóxicas por el equivalente de 7,5 millones de toneladas de CO2, según un comunicado emitido hoy por la Agencia Federal de Medio Ambiente (UBA) y basado en estimaciones sobre el volumen de gas acumulado en esas tuberías.
Ni el Nord Stream 1 ni el 2 estaban en servicio. El primero interrumpió los suministros hace semanas, al alegar Moscú problemas técnicos, mientras que el segundo nunca entró en funcionamiento, puesto que el canciller Olaf Scholz lo bloqueó a raíz del reconocimiento por Moscú de las autoproclamadas repúblicas separatistas del Donbás, en febrero.
Pero la condensación de gas en su interior permite estimar, según ese organismo, que en total se liberarán a la atmósfera 0,3 millones de toneladas de metano, considerado mucho más dañino que el CO2, recuerda la UBA. Una tonelada de metano provoca un calentamiento igual al de 25 toneladas de CO2, por un periodo calculado de 100 años.
La ministra alemana de Medioambiente, la verde Steffi Lemke, había avanzado ya el miércoles que la fugas no entrañan a peligros graves para el ecosistema marítimo, pero sí para la atmósfera.
Al Nord Stream, nacido en 2005 de una alianza de intereses entre el entonces canciller alemán, Gerhard Schröder, y el presidente ruso,Vladímir Putin, se le identificaba como pieza fundamental en la dependencia energética de Alemania respecto a Rusia.
De ese supuesto mal cálculo de entonces, amplificado en 2011 con la decisión de construir un segundo gasoducto, se pasó con la invasión de Ucrania a verlo como un instrumento de extorsión al servicio de Putin.
La aparición ahora de las fugas ha desatado las acusaciones de sabotaje, desde los países afectados -Dinamarca y Suecia-, desde Alemania y resto de la Unión Europea (UE), así como Estados Unidos. Incluso Moscú utiliza ese término, aunque la búsqueda de autorías va en direcciones opuestas.
La cuarta fuga se suma a las tres detectadas entre el domingo y el lunes y está localizada en el segundo gasoducto, con lo que en total existen dos fugas en cada tubería, dos en la zona danesa y dos en la sueca, todas en aguas internacionales.
Según informó la Marina sueca, la cuarta tiene un tamaño mucho menor que las otras, lo que explica que no fuera detectada por las radares y que solo fuera descubierta cuando un barco de la guarda costera pasó junto a ella, aunque a efectos prácticos no altera la situación.
"No es necesario una nueva advertencia de navegación, ya que se encuentra entre dos fugas incluidas en el aviso ya en vigor", declaró la jefa de operaciones de rescate de la Marina, Maria Boman.
Aunque las autoridades suecas han confirmado que se supo de su existencia el martes, ni la primera ministra, Magdalena Andersson, en una rueda de prensa ese mismo día, ni el jefe de la Guardia Costera, Johan Norrman, en otra comparecencia ayer la mencionaron, sino que siguieron hablando de tres fugas.
"Todavía tenemos que saber más de la dimensión de la cuarta fuga anunciada por las autoridades suecas. Pero esto subraya que las fuerzas que han intervenido son poderosas", dijo hoy el ministro de Defensa danés, Morten Bødskov, durante una visita a la isla de Bornholm, cerca de la que se han localizado varias de las fugas.
Dinamarca y Suecia han abierto sendas investigaciones, que avanzan no obstante con lentitud debido a que sigue saliendo gas de las tuberías.
La Dirección General de Energía danesa informó ayer de que ha salido más de la mitad del gas y que el flujo podría detenerse este domingo, lo que permitiría una inspección submarina.
Los sectores eléctricos y gasísticos de Dinamarca y Suecia han elevado el nivel de alarma sobre sus instalaciones con motivo de las fugas, y lo mismo ha hecho la vecina Noruega, a pesar de que no tiene costa en el Báltico, incluyendo presencia militar.
Suecia ha aumentado además el nivel de alerta en sus centrales nucleares.