A medida que se alarga en el tiempo, y en el contexto del nuevo conflicto en Oriente Medio, la guerra de Ucrania pierde interés para la opinión pública y las miles de oenegés aparecidas para ayudar al Ejército y a los civiles que son víctimas de la guerra ven cada vez más difícil atraer voluntarios y recaudar fondos.
“Normalmente recibía más de mil dólares al mes en donaciones; este mes apenas llegaré a los cien dólares”, dice a EFE David Brymer, un médico de combate israelo-estadounidense que trabaja como voluntario en Ucrania instruyendo en medicina táctica a soldados.
Brymer paga buena parte de sus gastos de su bolsillo y compensa las pérdidas con donaciones privadas de EEUU que ahora se resienten de la llamada fatiga de la guerra y de la aparición de nuevas situaciones de emergencia en Oriente Medio.
“La mayoría de mis donaciones vienen de sinagogas, y ahora que ha estallado este conflicto en Israel, muchas de ellas están dirigiendo su ayuda a organizaciones que necesitan apoyo en Oriente Medio”, explica.
“Todo el mundo está cansado de la guerra y mucha gente no tiene capacidad financiera para seguir donando”, dice sobre otro de los motivos de la caída de los ingresos. Este desgaste se aprecia también en Ucrania.
“Al principio de la guerra todo el mundo en nuestro grupo de aficionados al fútbol estaba dispuesto a ayudar y hacer algo por nuestro proyecto, pero a la larga la gente empezó a ocuparse de su trabajo y de sus cosas y sólo quedamos cinco plenamente implicados”, dice a EFE Andrí Gulo, un profesional del sector agrícola de Kiev.
Gulo se ocupa con sus amigos de la comunidad de aficionados del Dinamo de Kiev de buscar y comprar, con su propio dinero y con donaciones que cada vez cuesta más recaudar, todoterrenos que los soldados utilizan para transportar suministros cerca del frente.
Desde el comienzo de la guerra, iniciativas como esta han adquirido dentro y fuera de Ucrania una gran cantidad de vehículos para el Ejército, lo que ha hecho disminuir drásticamente la oferta de todoterrenos en la Europa continental.
Después de muchos meses comprándolos en Polonia y otros países de la Europa continental, Gulo y sus amigos han tenido que empezar a buscarlos en el Reino Unido, lo que supone un gasto adicional a la hora de transportarlos.
El estancamiento de una línea del frente que no presenta cambios significativos desde hace muchos meses es otro factor que contribuye a la apatía de los donantes. Por una parte, la falta de avances ucranianos tiene un efecto desmoralizador.
Que la conquista rusa de ciudades como Kiev u Odesa haya dejado de ser una posibilidad plausible hace que algunos ucranianos dejen de prestar atención a la guerra para vivir con la máxima normalidad posible ante la falta de perspectiva de un final al conflicto.
Muchos voluntarios y oenegés comienzan sus peticiones de ayuda con este mensaje: ¡Recuerda que la guerra sigue!
La Fundación Prytula es el mayor contribuyente privado al Ejército de Ucrania. Su jefa de prensa, María Pisarenko, explica a EFE que el número de donaciones se mantiene constante, pero que la cuantía de las mismas se ha reducido a la mitad.
“La gente aún quiere ayudar, pero obviamente no tiene más dinero ahora del que tenía el año pasado”, dice Pisarenko.
La representante de la Fundación Prytula percibe una mayor “tolerancia” en la opinión pública internacional a unos ataques rusos que se han convertido por su frecuencia en algo normal, y subraya la importancia decisiva de la ayuda militar privada al Ejército.
Pisarenko pone como ejemplo los drones FPV (o de visión remota) que la Fundación Prytula adquiere masivamente para los soldados. Este tipo de drones permite atacar objetivos enemigos y compensar, en batallas como la que se libra en la asediada localidad de Avdivka, la inferioridad ucraniana en número de soldados y sistemas de artillería.
En una entrevista con EFE celebrada en verano, el actor y responsable máximo de la Fundación, Serguí Prytula, se refirió a la fatiga de la guerra que provoca el alargamiento del conflicto: “La situación es muy difícil para todos, pero no puede compararse con el trabajo que hacen los militares”.
“Si ellos se cansan esto va a dar mucho miedo”, agregó este popular comediante convertido en voluntario a tiempo completo. “Tenemos que estar a su altura, y por nuestra fundación no va a quedar”, remachó.