“En tu abrazo yo abrazo lo que existe”, escribió Neruda en un poema. Cuando salimos de la pandemia, si es que hemos salido, recuperamos la posibilidad de abrazar a quienes queremos, robada durante demasiado tiempo. Necesitamos los abrazos, el contacto piel con piel, para sentirnos vivos. Algunos, para vivir. A muchos, demasiados, mayores les falta, pero también a algunos niños. Sobre todo los que nacen prematuramente. Un bebé prematuro es siempre inesperado y, de alguna forma, traumático. Cuando es posible que mantengan el contacto frecuente piel con piel con los padres, y no solo a través del cristal de la incubadora, esos bebés tienen muchas más posibilidades de sobrevivir. Se ha demostrado médicamente que el contacto piel con piel les aporta beneficios inmediatos: están más tranquilos, ganan peso más rápidamente y tienen una mejor oxigenación, entre otras cosas. Son abrazos que dan vida, que salvan vidas.
¿Qué pasa cuando los padres no pueden estar con estos bebés prematuros, algunos extremos, porque se trata de madres sin apoyo familiar, migrantes con jornadas de trabajo intensivas, bebés que van a ser adoptados, familias que tienen que atender a otros hijos, sin medios para desplazarse al hospital o que viven en otras ciudades, familias con COVID o enfermedades de larga duración. El personal sanitario, por más que haga siempre mucho más de lo que exige su profesionalidad, no puede con todo.
De experiencias así de muchos padres, nació APREM, la primera asociación en España en el ámbito de la prematuridad. Y APREM puso en marcha el proyecto Contacto. Piel con Piel, con voluntarios adecuadamente formados que se convierten en “madrinas” y “padrinos” canguro para apoyar a las familias que no pueden hacerlo. Acuden cada día a las Unidades de Neonatología del hospital y toman en sus brazos durante unas dos horas a esos bebés que luchan por encontrar su sitio en la vida y cuya familia no puede hacerlo. Tras el alta del bebé, si se lo requieren, dan apoyo profesional a la familia en su casa durante los tres o cuatro primeros meses, atendiendo las necesidades específicas de cada bebé y acompañando la labor de los profesionales. Son personas formadas en teoría y práctica, con experiencia probada con neonatos, relacionadas con el sector sanitario y con todas las garantías, que han firmado un acuerdo de voluntariado y un seguro de responsabilidad civil específica. De momento funciona en cinco hospitales de Madrid (dos), Alcalá de Henares, Leganés y Parla y en otros cuatro de Toledo, Salamanca, Ciudad Real y Murcia. Y esperan poder llegar a otras muchas ciudades pronto. Son las unidades de Neonatología las que piden el apoyo de estos profesionales. Son iniciativas de la sociedad civil, en este caso con el patrocinio de Nivea, que hay que empujar para que se conozcan y para que crezcan. Abrazos para salvar vidas.