Muchas son las facetas profesionales y personales dignas de resaltar en una vida tan dilatada e intensa como fue la de José Manuel Liaño. Destacado jurista y académico, escritor y articulista, erudito conferenciante, político tenaz y de firmes convicciones, Liaño fue, además, amigo, conversador y tertuliano de muchos coruñeses que disfrutamos de su divertida ironía y su siempre culta y reflexiva charla.
En estas breves líneas, impregnadas de la emoción de su recuerdo, deseo subrayar la importancia de su exitosa etapa como Alcalde de La Coruña.
José Manuel Liaño fue el primer Alcalde no designado desde la Guerra Civil. Fue elegido por los concejales de la corporación coruñesa el 25 de enero de 1976, ganando el cargo de Alcalde por 12 votos a 9 a quien hasta entonces había desempeñado este puesto, Jaime Hervada Fernández-España, un caballero y por cierto un magnífico Alcalde.
En su toma de posesión, el Alcalde en funciones, Emilio Quesada Zato, un brillante concejal y entusiasta coruñesista, le entregó las atribuciones de su nueva condición de primer edil, recibiéndolo con unas palabras premonitorias: “Llegas al puesto que te estaba esperando”. Y así fue. Liaño tenía a sus espaldas un experimentado y brillante bagaje tanto en el terrno político como en el profesional, lo que le permitió ya desde el primer día aplicar un ambicioso programa de actuaciones que contribuyó a la mejora y progreso de la ciudad.
Sirva como ejemplo la puesta en funcionamiento de la avenida del Ejército, la adquisición de la “finca del cura” en La Zapateira, que permitió la instalación de los primeros centros universitarios, la construcción del cementerio de Feáns, la reforma integral del parque de Santa Margarita, la terminación de la presa de Cecebre y un largo etcétera.
Estableció una norma innovadora para aquellos tiempos como fue la de dedicar la tarde de los lunes a recibir en su despacho a cualquier ciudadano, sin el requisito de tener que pedir cita previa. Recibió con todos los honores al regreso de su exilio al coruñés más universal del siglo XX, don Salvador de Madariaga, al que concedió el título de Hijo Predilecto. Gracias a sus gestiones se logró la impresionante donación de relojes que posibilitó al Ayuntamiento crear el Museo de Relojes, uno de los tres más importantes de España.
Como Alcalde tuvo el honor de recibir a S.M. El Rey Juan Carlos I, el cual presidió en el Salón Dorado del palacio municipal un Consejo de Ministros extraordinario del Gobierno de Adolfo Suárez, reunión en la que se aprobó la Ley de Amnistía, fundamento de la reconciliación nacional, que ponía en marcha la transición hacia la democracia.
En 1979 se retiró, presentando voluntariamente su dimisión, siendo sucedido por dona Berta Tapia, la primera mujer alcaldesa en la historia de La Coruña, persona que siempre gozó de mi afecto, así como mi respeto por la firmeza y autenticidad de sus convicciones.
Despedimos a un gran y eficaz Alcalde, inteligente y hábil en el logro de los objetivos municipales. Yo digo adiós a un amigo, que lo fue también de mi padre, y públicamente expreso mi agradecimiento a su apoyo a sus consejos, que siempre me brindó cuando yo se los requerí o cuando él consideraba que su ayuda podía serme de utilidad.
Mi sentimiento de pésame a su familia, unido al de tantos y tantos amigos que deja José Manuel.