vivimos tiempos convulsos e inciertos. La máquina del tiempo, como por arte de magia, nos trasladó de una pandemia prima hermana de una película de terror a una vida en la que los que aún no se sentían tan mayores se hicieron viejos de repente y en la que los que todavía pensábamos que todo estaba por hacer y que todo era posible, nos dimos cuenta de golpe y porrazo de que les habíamos tomado el relevo a los anteriormente mencionados.
No miento si digo que, aunque prefiera no recordar, todavía a veces siento el miedo de volver a épocas pasadas por medio de cualquier confinamiento; pero es que además, las amenazas del presidente ruso planean sobre nuestras cabezas recordándonos que quizás la peste no haya sido lo peor que le haya tocado vivir a esta sociedad a la que llamaban de bienestar y que más bien parece de lo contrario.
Y, entremedias, los que estamos obligados a tirar del carro por el bien de nuestros hijos y por la contribución a una vida mejor para nuestros padres; de pronto nos sentimos como un poco defraudados y quizás desheredados, pero con la necesidad de seguir aunque no sepamos muy bien hacia donde.
Porque lo mágico de la vida es que ella misma se abre paso entre escollos por grandes que estos sean. Continúa, inventa, fluye y no cesa ni ha dejado de hacerlo nunca.
Es necesario velar por aquellos que sufren, acompañarlos, ayudarlos, darles la mano y comprender-aunque a veces seamos nosotros mismos los que dudemos de todo-, que seguimos aquí por algo y sobre todo para algo… y que hay que procurar, además, hacer que esa existencia sirva para alguien.
Les animo a todos a que tratemos de volver a recuperar la esencia de quienes fuimos cuando aún pensábamos que éramos los dueños de nuestras vidas y de las de los nuestros.
Hagan acopio de todas sus fuerzas, sonrían a la vida aunque esta a veces les ponga morros y continúen. Y háganlo como si nunca hubiese pasado nada y como si jamas fuese a pasar.
Como decía Benedetti: “Me auto felicito porque a pesar de todas las cosas que me pasan, aún le echo ganas a todo, aún sonrío, me divierto y olvido. De eso se trata. De brillar aun con el alma rota”.