El recién elegido presidente del Partido Popular ha tenido un estreno muy institucional. Primero, como es lógico, con el Jefe del Estado y, luego, con el presidente del Gobierno. Tres horas duro el encuentro “muy cordial” en Moncloa pero bastó apenas un minuto de comparecencia para que Nuñez Feijóo sentenciara que no podía dar ninguna buena noticia en lo que a economía se refiere. Lo hizo con serenidad, con elegancia, sin atropellos ni aspavientos pero de manera rotunda: no ha habido acuerdo y el decreto de medidas económicas elaborado por el Gobierno no contará con el apoyo del PP. El presidente del Gobierno no acepta modificación alguna.
Tres horas que han servido , más que nada, para que ambos se vieran a cara a cara. Se han medido mutuamente y así será en lo sucesivo porque las próximas elecciones generales serán unas elecciones muy presidencialistas. No se tratará tanto de siglas como de decidir cuál de los dos prefieren los españoles que presida el Gobierno.
Había quien pensaba que Feijóo se iba a echar en brazos de Sánchez y ya estaban cargando sus particulares pilas para retomar aquello de derechita cobarde. Por la otra esquina, se temía y así lo han expresado que el presidente de deslizará hacia la derecha “traicionando” a sus socios.
Ni una cosa ni otra pero sí con una diferencia importante y es que Feijóo se explayó desgranando sus propuestas. Lo hizo de manera minuciosa porque si algo se ha propuesto es dar por aniquiladas las quejas de los socialistas de tener una oposición no propositiva. Otra cosa no, pero si no hay acuerdo no será por falta de propuestas alternativas. Fiel a su estilo y a su propia forma de ser, el presidente del PP, con la serenidad que le es propia, en su comparecencia de ayer cabría decir que se vistió de presidente de Gobierno. Quiso, y lo logró, dar una imagen muy institucional y dejó sin palabras a quienes esperaban que fuera a ir de vacío a su primer encuentro con Pedro Sánchez.
Podría parecer que todo sigue igual pero no, no sigue igual. La oposición, el estilo y las formas de Núñez Feijóo introducen en la política española un elemento de serenidad, de buen estilo tan necesario como el lograr algún acuerdo.
El que no cambia es el presidente del Gobierno que, como cabía esperar, no se ha movido un ápice de sus posiciones, al menos en materia económica. Si el PP en algún momento se ve condicionado por VOX, que nadie dude de que Sánchez se sabe vigilado no tanto por la otra parte del Gobierno que bien sabe que ni Belarra, ni Garzon, ni Montero va a dejar sus ministerios, como por los demás grupos que le facilitan la mayoría necesaria.
Sánchez no está dispuesto a soportar más críticas de la izquierda y cuando las ha ido como es en el caso del acuerdo con Marruecos,no parece que le haga reflexionar. Al presidente del Gobierno lo de la conversación política se le da bien sólo con quien él quiere y para lo que quiere, que cada vez es menos. Feijóo acaba de llegar pero lo cierto es que quien quiera conocer sus propuestas lo puede hacer y para empezar no está mal.