Gambito de dama

Siempre, siempre intento no hablar de política (hoy es día de hablar de cierto tema DEPORtivo pero no quiero gafar la cosa) y siempre acabo cayendo en la trampa.  Soy como la polilla de “El Silencio de los corderos”, revoloteando una y otra vez cerca de la llama de la vela hasta chamuscarme las alas, pero es que no puedo evitarlo.  Es necesario, como ponen las fajas de las novelas de autoficción en las editoriales de éxito.
 

Irene Montero. Sumar. Belarra. Errejón. Yolanda. Eternamente Yolanda. Desde Galicia para el mundo exportamos líderes políticos, presidentes de gobierno que salen a andar en pandemia, dictadores, militares mancos con parche, premios Nobel, balones de oro, percebes, pulpo a feira, marcos, feísmo urbanístico, modernismo, drogas excitantes, polémicas sobre topónimos cayetanos (siempre Shakira en nuestros corazones), orquestas de sesión vermú, cantantes de ópera, gaitas afinadas y la democratización del minishort Amancio mediante.  Somos así, morriñentos, nacemos con vocación de secretarias de estado con buen diente y sin complejos. 
 

Tenemos fama de taimados, pero en realidad los gallegos somos muy directos. Yolanda, eternamente Yolanda es un ejemplo actual y moderno de nuestra exportación de líderes políticos, como también lo es Feijóo. 
 

Yolanda, con sus mechas rubias (no voy a criticarlas) y su eterna sonrisa de madre superiora, acaba de hacer un gambito de dama sacrificando a la DAMA para lograr una posición favorable. La DAMA es Irene Montero, la ministra que renunció a una beca en Harvard para posar en el Vanity Fair.  Mano de hierro en guante de terciopelo, así somos los gallegos en política. 
 

Justo en el medio de las negociaciones, causalidad o casualidad, a Irene le ha caído una sentencia del Tribunal Supremo que la condena a GalaPAGAR 18.000 del ala a un señor por acusarlo injustamente de maltratar a su hijo, y lo que es peor, la obliga a dar difusión de la metedura de pata en redes sociales, lo que en política es poco menos que un Quousque tandem abutere, Irene, patientia nostra. 
 

Ojo, madrileños. Los gallegos estamos en política. Y aquí más que de gambitos, somos de percebes y ostras. Las ostras, las abres y te aparece una perla.  Pero la perla se la queda el que la abre, no tú.

Gambito de dama

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