Jorge Llorca y Paco Mateos, en Bomoble

Exponen en Bomoble dos singulares artistas, Paco Mateos (Gijón, 1949) y Jorge Llorca (Ferrol, 1952),  ambos licenciados en Bellas Artes y con ya largas y reconocidas trayectorias. 


Las obras expuestas, aunque estéticamente divergentes, dan fe en ambos de su gran dominio del oficio: grabados, en el caso de Paco Mateos, que se centran en la figura humana a la que representa de un modo expresionista, y acuarelas de un gozoso y exaltado lirismo, en el caso de J. Llorca. 


Las obras de este forman parte de la serie “Os días pintados”, lo que alude al trabajo realizado diariamente de un modo espontáneo; se trata de creaciones en las que, una vez dividido el espacio conforme a la sección áurea lo que ya le proporciona un ámbito de armonía, busca reflejar estados de ánimo inmediatos; traza, así, de un modo delicado, gráciles y aéreos dibujos de vivo y afinado cromatismo con los que crea ámbitos propicios al ensueño y que incitan a la contemplación encantada; son escenas de ese jardín secreto que, desde siempre, lleva en el alma, y que cantan el repetido milagro de las fuerzas generatrices representadas aquí por retazos de naturaleza que se superponen, donde las rosas encendidas se encuentran  con fruteros llenos de dorados limones y la diosa Flora desparrama sus enramadas; de este modo, prefigura aspectos de ese secreto y fértil edén interior  en el que alientan mágicas criaturas de maravillosa sencillez y que dan fe del siempre renovado misterio de la vida. 


Maestro del asombro y; dueño de un alma noble y de una sensibilidad exquisita que le capacita para captar el hechizo de las pequeñas cosas, nos ofrece, una vez más, su refinada y sutil  expresión de la belleza, con esa poesía visual que de siempre le caracteriza. 


Por su parte, Paco Mateos busca su fuente de inspiración en la condición humana, a la que representa desde una perspectiva crítica; los protagonistas de su obra son seres solitarios de frágiles y distorsionadas anatomías que transmiten un sentimiento de angustia y desamparo, ofreciéndonos una antropología caricaturesca de formas  descarnadas y cercanas a lo deforme, y que vienen a ser reflejo de carencias psíquicas, de emociones negativas o de fealdad moral; por medio de un dibujo hábil de ágiles trazos configura anatomías totalmente alejadas de cualquier canon de belleza. 


Sus criaturas se nos muestran como desvalidos homínidos con expresión de tristeza que yerguen sus oscuras siluetas sobre solitarias colinas, aparecen  tendidos en gesto de derrota, o alzan los brazos a modo de súplica; a veces los empareja a un animal como hace una mujer desnuda que tiende los brazos hacia un cerdo muerto; expresión metafórica de las tensiones que se acumulan en el interior  de la psique humana. Viene a ser una cabeza de perfil, formada por agitadas líneas sanguinolentas, de cuya abierta boca sale un enorme y ardiente vaho  anaranjado- rojizo. 


Estos dos artistas nos permiten acercarnos, por medio de lenguajes plásticos antitéticos, a dos visiones radicalmente opuestas de la vida.

Jorge Llorca y Paco Mateos, en Bomoble

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