El presunto aquelarre de espías que tiene a políticos y a opinantes en constante escandalera suena a lo que es: un alborotado cacareo. El CNI que está para hacer esas cosas investigó a quienes estaban y siguen en lo de reventar la Constitución y dinamitar la integridad territorial de España. La razón es muy simple, el CNI tiene en ello su deber primero y por escrito marcado aunque la misión en este caso, muy exitosa no fuera. Lo que se perpetró y puso en ejecución, aunque nos hayamos olvidado de los sabotajes, asaltos a aeropuertos y vías férreas, calles en llamas, saqueos y violencia desatada por las calles, fue un intento de golpe sedicioso que buscaba romper el orden constitucional y separar por la fuerza de los hechos a Cataluña del conjunto de España.
Con no poca zozobra, logró abortarse. Los cabecillas fueron detenidos y juzgados, excepto los que tras izar la bandera salieron a escape en el maletero de un coche y andan prófugos desde entonces. Condenados por sedición y otros delitos añadidos, entraron en prisión. Pero, tanto ellos como sus correligionarios, siguieron a lo suyo, que van a volver a hacerlo es lo que proclaman todos los días, y como es lógico habrá que estar atentos.
Y en esto llegó Sánchez. Indultó, sin otra razón jurídica que su personal conveniencia a los delincuentes en absoluto arrepentidos, pactó su gobierno con ellos y se convirtió en su oferente aliado a cambio de que le permitieran dormir en su adorado colchón de Moncloa. No fueron los únicos. Igual hizo con los filoetarras de Bildu, dilectos amigos ahora y antes y de primeras, con el puchero de las izquierdas extremas, que entraron en tropel en el gobierno y han colocado a toda la “peña” que dicen, varias decenas de miles, milas y milos de pillantes, a mamar del presupuesto. Rubalcaba, al que por cierto luego le hicieron un entierro estupendo, le llamó el Gobierno Frankestein, avisando de la monstruosidad que suponía. Y ha supuesto, aunque quienes en el socialismo opinaban lo mismo ya ni rechisten y le soben el lomo. Tan contentos.
¿Y qué es esto de ahora?. Pues que Pegasus, así se le ha bautizado, aquel mitológico caballo alado aunque con perdón, a mí me parezca más bien un pollino a tenor de lo visto, ha aparecido en el corral de las gallinas. Porque ya mas que Frankenstein le cuadra ya lo de Gobierno Gallinero. O mejor dicho de los gallineros revueltos que en él cohabitan, aunque el gallo morado fuera descrestado en Madrid y ahora se dedique a dar kikirikis por las radios, varias familias de gallináceas tragonas que como sabrán quienes hayan observado sus comportamientos, son verdaderamente perversas en sus peleas y crueles en sus disputas. Sobre todo por la comida
El asunto Pegaso tendría poca vuelta de hoja en un Gobierno con un mínimo básico de normalidad. A los enemigos del Estado se les tiene, al menos, observados. El CNI ha hecho lo debido, y con autorización judicial incluida, con quienes amenazan con dinamitarlo. El problema es que ahora, por mor del sanchismo galopante, los instigadores de la operación están gobernando. Son los socios. Y, claro, el disparate y el cacareo están siendo clamorosos. El gallo rey hace fintas y luego la rueda de cortejo pero los gallitos se le ponen bravos. Aunque, ya ven que chillan pero no rompen ni menos espolonean. Porque han visto que de esta conseguirán más pienso. Y cosas muchos más graves, como ya se ha visto con el disparate de meterlos retorciendo la ley, en la Comisión de Secretos, porque aquí, en estos gallineros gubernamentales de lo único que va la cosa es que Pedro Sánchez siga siendo el gallo que más alto cante.