Lo primero que debe hacer un político es respetar la voluntad de los ciudadanos en las urnas. Yo no creo que los votantes acierten siempre, pero votan con libertad y lo que cuenta son los votos.
Despreciar lo que han decidido los ciudadanos se paga. La primera reacción del PSOE tras la contundente derrota en Andalucía, que temían pero sin imaginar que fuera de tal magnitud, fue lanzar al micrófono a Adriana Lastra, la número 2 del partido. Y eso es una garantía segura de que no habrá argumentos sino insultos, no habrá razones sino excusas de mal perdedor. Impresentable cuando lo que toca es felicitar al ganador por pura cortesía –no lo hizo– y asumir responsabilidades. Para Lastra, Moreno ganó porque convocó las elecciones cuando le venía bien; barrió porque usó los fondos europeos que le envió el Gobierno; y dijo que Espadas –los peores resultados del PSOE en Andalucía en cuarenta años–, era un gran candidato. Como no podía decir que el PP se había entregado en manos de Vox, que es lo que creían que iba a pasar, acabó diciendo que Feijóo había pasado “del inmovilismo a la involución”. En su línea.
Si descontamos un tuit formal del presidente Sánchez, el PSOE tardó veinticuatro horas en felicitar al ganador. Y no parecen haber reflexionado todavía. En lugar de eso, José Félix Tezanos, el hombre que está acabando con el prestigio del CIS, acaba de hacer un libro que es una hagiografía de Sánchez. No me extraña. Sí me preocupa que el ministro que manda en el Gobierno, el fontanero predilecto del presidente, haya dicho, al presentarlo, horas después de la derrota andaluza, que “elegimos al mejor líder, valiente, determinado, audaz, que enfrenta los problemas de cara, el líder que desde el Gobierno de España está transformando nuestro país y nos ha llevado a la vanguardia de Europa y de la Unión Europea”.
Bolaños se empeña en superar a Lastra, aunque lo tiene difícil. La vicepresidenta Díaz, cuyo primer experimento de unidad de la extrema izquierda ha sido un fracaso, se ha negado a responder a los periodistas como si no fuera con ella, como si tuviera ninguna responsabilidad, como si no hubiera ido a los mítines de esa formación, acompañada de Iñigo Errejón, y como si olvidara que Inma Nieto, la candidata de Por Andalucía era su apuesta personal y la que definía su coalición como “la gente Yolanda Díaz”. Lo malo no es lo que ha pasado, el fracaso rotundo, sino la manera de afrontarlo.
Por cierto, Díaz tampoco parece” conocer” a Mónica Oltra –que se ha visto obligada a dimitir– aunque fuera uno de los pilares de su futura formación junto con Ada Colau, también en serias dificultades.A las personas se las conoce más en las adversidades que en los triunfos. Sumar, sumar, su futura gran coalición, ya veremos si suma o resta.
Podemos calla y desaparece, esperando ver cadáveres y Teresa Rodríguez ha tenido un fracaso que debería hacerla recapacitar porque ya no es ni subalterna de Podemos ni alternativa de nadie. Y otro tanto se puede decir de Vox. Los populismos de derechas o de izquierdas son igual de malos y no se puede ir sobrado ni vender la piel del oso antes de cazarla. Y menos poner en manos de Dios la continuidad de Olona en Andalucía. Primero se pierden los papeles y luego todo lo demás.
Pero si yo fuera Feijóo o Moreno no me fiaría a pesar de la victoria. Tampoco si fuera un ministro o un barón socialista. Pedro Sánchez ha salido de circunstancias peores y salvo que todo vaya a peor, que es probable, tiene por delante un año, un largo año. Alguien, que no recuerdo, dijo: “haz a los otros lo que los otros están pensando en hacerte; pero hazlo tú primero”. Y de eso sabe mucho.