Queridos amigos

hay una frase de Paulo Coelho que me gusta, sobre todo, tras el arrase emocional al que hemos sido sometidos tras meses de pandemia y de problemas de salud mental de toda índole. En ella, el genial escritor hace alusión a que la amistad y el coraje nacen junto a quien cree en nosotros y, además, pone el broche de oro a esta pequeña reflexión sentenciando que quien nos entiende puede transformarnos.


Los amigos son tesoros en un mundo hostil por naturaleza. Son ese remanso de tranquilidad y esa especie de hogar al que uno siempre trata de volver y en el que no deja de ser recibido como si no hubiera pasado el tiempo. Son la reconciliación con la vida y con nuestra verdadera esencia.  La amistad es un regalo conseguido a base de trabajo cimentado en el cariño y en la admiración mutua. No se fuerza, carece de intereses políticos, económicos o sociales y produce en el alma de quien la brinda una felicidad únicamente comparable a la que brota de quien la recibe.


No importan sus apellidos, ni sus cargos laborales o sus ideologías. El amigo es ese ser que, aunque no pueda eliminar tus problemas, va contigo de la mano. Es leal, no te cuestiona, no te juzga y te apoya siempre. Como mucho y en privado, te dará su opinión de los hechos y te acompañará en el camino que decidas tomar.


Son la familia elegida, la que no nos viene impuesta y la que formamos a base de retales zurcidos a lo largo de las distintas etapas de nuestras vidas…, pero además, son los únicos seres con el poder de transformarnos, que no de educarnos.


Con el amigo se aprende porque no trata de enseñarte. Al amigo se le quiere porque no te pide amor. Simplemente te escucha y, más allá de bailes y fiestas, sabes que quiere estar contigo tanto como tú quieres estar con él.


El amigo te enriquece como individuo y, la suma de muchos de ellos, modela tu personalidad sin pretenderlo. Te hace mejor y más rico porque amplía tu campo de visión y desarrolla tu objetividad. Sutilmente y, al mostrar su punto de vista, bebes sin quererlo en las fuentes de otros conocimientos y, comulgues o no con ellos, algo queda siempre.


A lo largo de mi vida he podido hacer muchas cosas interesantes y conocer a personas de lo más inteligentes, honestas y variopintas. Gentes sin patrón específico en las que he sabido ver más allá de una fachada y, si de algo me siento especialmente orgullosa, es de haber logrado afianzar fuertes lazos de amistad y respeto para con muchas de ellas.


Es por eso que hoy quiero dar las gracias a todos mis amigos por estar siempre, por servirme sin saberlo de inspiración en los días nublados, por hacerme más sabia con sus promulgas y por invitarme a superarme sin necesidad de nada. No me gustaría regresar a una etapa determinada, porque me da pereza volver a vivir lo vivido. Yo querría volver a empezar de nuevo con las mismas cartas… solamente que, sabiendo lo que sé ahora, las jugaría de un modo distinto…, pero con todos y cada uno de mis amigos de un modo incondicional.

Queridos amigos

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