Inquieta, sociable y conciliadora, Emilia Fandiño Sánchez lleva casi cinco años como titular del Juzgado de Paz de Sada. En 2020 se convirtió en la primera mujer en asumir el cargo en su municipio y hace unas semanas estrenó un segundo mandato, consciente de su responsabilidad pero también de su enorme capacidad conciliadora; motivada por la cordialidad del entorno pero consecuente con la realidad social de un municipio que sigue creciendo tras superar los 17.000 habitantes, casi el doble que en 1990.
¿Qué es lo que mueve a uno a optar a este cargo?
La primera vez lo hice por curiosidad. La curiosidad por ver cómo se trabajaba en un juzgado de paz. Y esta segunda porque vi que me gusta mucho, que es un trabajo en el que aprendes cada día y en el que también estás en contacto directo con la sociedad. Digamos que conoces las relaciones interpersonales dentro de la sociedad y cómo se puede ayudar. Lo que veo aquí cada día es un reflejo de la sociedad y su funcionamiento.
Las competencias han cambiado después de las reformas del Código Penal, ¿cómo es el día a día en el Juzgado de Paz Sada?
Nos encargamos del registro de nacimientos y defunciones, pero tras las últimas modificaciones del Código Penal se apuesta más por la conciliación y considero que va a ser eso lo que vamos a tener más a partir de ahora. El tema de las faltas hace tiempo que no pasa por aquí pero es posible que con los cambios se pueda habilitar una vía previa.
En cuanto a los recursos, ¿cuáles son, si existen, las carencias?
Es cierto que todas estas novedades que se han ido introduciendo requerirían formación adicional. Estamos trabajando con nuevos programas informáticos que desde el punto de vista tecnológico están muy bien pero luego aquí, no es a, b, c y d. Como le decía antes, lo que vemos aquí es el reflejo de la sociedad y, en ese sentido, el sistema también necesita unas modificaciones para ir acorde con los nuevos tiempos, y eso no lo tienen del todo actualizado, cuando los programas que se manejan sí son relativamente nuevos. Pero bueno, más atendiendo a mis compañeros, que son los que se ocupan de todas estas tramitaciones. Mis funciones es la firma y poco más.
¿Cuál diría qué es la tarea más frecuente en el juzgado de Sada?
Pues de todo un poco. Hasta ahora hubo muchos expedientes de bodas. Y bueno, hay distintos tipos de exhortos, distintos tipos de comunicaciones. Y lo que sí se siguen haciendo son muchos certificados de fe de vida. Que bueno, no las hago yo, las hacen los compañeros, pero eso es cada día, para actualizar los datos. Y claro, ahora Sada son casi 17.000 habitantes y ese movimiento genera gente que viene no solo de aquí, sino ciudadanos que estuvieron en el extranjero o inmigrantes que acaban de instalarse aquí y necesitan actualizar sus permisos y documentación. Esos flujos se notan mucho.
¿Hasta qué punto notan que Sada haya sido un municipio emigrante en cuanto a trámites?
Lo notamos muchísimo, sobre todo desde la aprobación de la Ley de la Memoria Democrática. Efectivamente, muchos están regresando o sus descendientes están interesados en volver a España y estas nuevas disposiciones ofrecen vías para que los descendientes de exiliados puedan optar a la nacionalidad española. Aquí también os piden ese tipo de documentación para comprobar si efectivamente pueden acogerse a la Ley de Memoria Democrática.
Últimamente se ha hablado mucho de inseguridad en el municipio, ¿es una cuestión que nota el Juzgado de Paz de Sada?
No. ¿Que sí hay más movimiento? Yo creo que hay los movimientos, las incidencias propias de una población que tiene, pues eso, casi 17.000 habitantes.
¿Cuántos son aquí trabajando?
Cuatro. Tres funcionarios y luego yo. Los funcionarios vienen todos los días. Yo lo compagino con mi negocio, ya que hace unos años decidí emprender y abrí una papelería y librería, y vengo siempre que puedo y cuando me requieren. No es difícil compaginarlo.
¿La reconocen por la calle? Porque usted es de aquí, vive en Sada.
Sí, sí. Además, hay algo que me llama la atención y es que, sobre todo las mujeres, se acercan a mí y me preguntan “¡Ay, Emilia! Ya sé que no es el sitio pero...” Me hacen consultas “¿Cómo puedo hacer con esto o con lo otro?” Y eso a mí me motiva. Siento que ven en mí un apoyo y claro, a mí me gusta que me vean así, como un apoyo, no como una figura rígida y estática.