Si se asocia Navidad a felicidad, un porcentaje de personas no se sentirían representadas. Según diversos estudios, estas fechas afectan de forma negativa hasta al 65% de la población.
“Durante las fiestas navideñas se produce con bastante frecuencia un incremento del malestar psicológico en algunas de las personas que atendemos en las consultas de psicología” afirma Bruno Rodríguez, psicólogo clínico en AIMA Centro de Psicología Clínica.
El sentimiento intenso de soledad, conflictos familiares, duelos, adicciones o problemas relacionados con la imagen corporal y la alimentación son algunos de los que más padecen.
“Durante la Navidad se producen más solicitudes de ingreso hospitalario en unidades psiquiátricas y da la impresión que tras esta etapa se originan más inicios de psicoterapias, pero también se encuentran mejorías, como es el caso de personas que se sienten solas y reciben atención por parte de seres queridos con los que hacía tiempo que no contactaba o personas con problemas adictivos o alimentarios que consiguen superar las Navidades de forma satisfactoria” destaca positivamente el psicólogo.
La falta de dinero o la comparación con otros en este ámbito influyen de forma determinante en el malestar emocional. Según recoge el Informe Europeo de Pagos de Consumidores de Intrum, el 81% de personas residentes en Galicia afirmaron que disminuirían su gasto en comidas fuera de casa y regalos.
“Las personas con dificultades económicas se ven obligadas con mayor frecuencia a aceptar empleos con condiciones precarias, mal remunerados o incluso a pluriemplearse. Con ello aumenta el riesgo de padecer un trastorno depresivo o de ansiedad. Además, no pueden costearse un tratamiento psicológico o psiquiátrico en el ámbito privado, teniendo que acudir al sistema público donde lamentablemente todavía existe una gran escasez de profesionales y los tiempos de espera son excesivos. El impacto que puede tener la falta de recursos aumenta durante la Navidad” reconoce Bruno Rodríguez.
Una circunstancia común en estas fiestas es la incomodidad en reuniones familiares, con personas que no siempre apetece ver.
“Hay que tener en mente que solo se debe resistir esa incomodidad unas horas y nos podemos relacionar con aquellos que nos sentimos más a gusto. Evitar cuestiones conflictivas, controlar el consumo de alcohol y poner límites de forma educada son cosas que nos pueden ayudar” afirma el psicólogo.