Violencia estética, el peso invisible que cargan las mujeres

Violencia estética, el peso invisible que cargan las mujeres
La violencia estética está vinculada con la validación de un único estándar de belleza

Alba Martínez, Psicóloga

 

La violencia estética hacia las mujeres se refiere a la discriminación, el acoso y la opresión que sufren las mujeres debido a su apariencia física, su cuerpo, su vestimenta o cualquier otro aspecto relacionado con su imagen. Asociado a esto, existe otro tipo de violencia invisible, indirecta y sutil que se ejerce de manera continuada a través de los caminos simbólicos que incluyen iconos, representaciones, narrativas, imágenes, medios de comunicación, etc. Además de ser indirectas, no-son porque nadie lo nombra ni nos lo explica para que podamos tenerlo en cuenta y protegernos. 

 

Desde pequeñas, aprendemos que nuestro cuerpo es un proyecto inacabado e inalcanzable. Nos han convencido para pasar de las curvas y naturalidad del cuerpo en el Barroco, al tiro bajo, la talla 0. La violencia estética no es solo la presión por encajar en un ideal inalcanzable, sino el daño psicológico que deja en nosotras cuando sentimos que nunca seremos suficientes. Se trata de una forma de control disfrazada de elección y de ‘’inofensivas’’ mejoras. Se nos dice que debemos ser delgadas, pero con curvas; jóvenes, pero sin parecer artificiales; cuidadas, pero sin exagerar. Y luego, lo reproducimos internamente, nos convertimos en nuestras peores críticas, mirándonos con la dureza con la que nos han enseñado a juzgarnos y a compararnos. 

 

La violencia estética está vinculada con la validación de un único estándar de belleza, que define cuerpos hegemónicos y deseables. La industria de la moda es capaz de producir masivamente y sacar prendas nuevas de manera semanal, pero no es capaz de diseñar poniendo el foco en la diversidad corporal. Nos hacen creer que con los 6 tipos diferentes de pantalón vaquero podemos encontrar nuestro corte; sin embargo, siguen estando diseñados para el mismo prototipo de cuerpo extremadamente delgado y con el vientre plano. Nos han convencido de que el ‘’normopeso’’ es ser curvy cuando es lo normal. Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (2020) señalan que tan sólo el 8,8% de mujeres entre 18 y 24 años se encuentra en infrapeso; sin embargo las tallas y las redes sociales nos hacen creer que somos la única de nuestro alrededor que no consigue ese cuerpo. 

 

Si por naturaleza no encajas, estás fuera. Excepto si vives en el siglo veintiuno, consumes redes y te han hecho creer que puedes cambiar todo tu ser con múltiples cirugías, maquillaje y atuendo. Hoy en día existe un tratamiento o accesorio para cada una de nuestras partes concretas del cuerpo. Las nuevas generaciones, ausentes por edad de razón crítica, crecen internalizando un modelo repetido en cada scroll down de un cuerpo concreto marcado por el cánon de belleza y por los retoques estéticos. La sociedad nos educa para pertenecer y no para ser nosotras. Aquello que parece tan inofensivo ‘’por mejorar’’ o ‘’por nuestra salud’’ realmente se llama violencia y constituyen los pródromos de complicaciones psicológicas y emocionales posteriores. No es casualidad que aumenten los casos de Trastornos Alimentarios, y que debuten cada vez a edades más tempranas. No podemos normalizar que una niña de 12 años esté preocupada por su skin care y ponga el foco en la búsqueda de cremas para mejorar su piel. Sin embargo los niños, se preocupan por sus actividades de placer y de exploración, como jugar, salir, experimentar. 


¿Significa esto que no puedo consumir ningún producto estético? No, significa que tenemos que consumir con cabeza, siendo plenamente conscientes de lo que implica las decisiones que tomamos, algo que es muy difícil de tener en mente cuando interesa que consumamos y apelan para ello a nuestra salud. Es importante que vayas al gimnasio para cuidar tu cuerpo, no para adelgazar o para gustar. Es importante que cambies tu alimentación si hay un problema médico, pero no debes restringir si no es verdaderamente por un problema de salud. Puedes comprar cosméticos, pero es importante también que te gustes sin ellos. 


Consecuencias: 

 

● A nivel de autoestima: Esta presión constante repercute de manera negativa en la forma en la que nos tratamos. Empieza a sembrarse la creencia de ‘’No soy suficiente’’ y la vida empieza a consumirse en la prisión de nuestro propio cuerpo donde la vida se pasa mientras tratamos de adelgazar o de ahorrar para una operación de pecho. 

 

● A nivel de autocuidado. Es curioso, las industrias y medios de comunicación apelan a la salud para vendernos numerosos productos y tratamientos. Sin embargo, ¿hasta qué punto eso es efectivo para cuidarnos? ¿de qué sirve que vaya al gimnasio si no me han enseñado a cuidar de mi postura y movilidad corporal? ¿de qué sirve que trate mis estrías si no me siento bien para mostrarlas? Pretenden que restrinjamos de comida nuestros cuerpos para meterlos en tallas que nos aprietan, que nos carguemos la grasa visceral que protege nuestros úteros, y que sintamos que cuidarse es permitirse ir a la peluquería o comprarse un capricho. Sin embargo, nadie nos ha explicado nunca cómo poner límites emocionales y sentir nuestros propios límites corporales. 

 

● Desconexión corporal y emocional. En este machaque y trato injusto, es justamente donde nos desconectamos de aquello que supuestamente queríamos cuidar y mejorar. Nos desconectamos y páramos de sentir, hasta tal punto que paramos de sentir las emociones en el rostro, páramos de sentir en el cuerpo y en nuestra propia piel. Nos desconectamos para no sentir la vergüenza internalizada, y en consecuencia, también comenzamos a desconectarnos de lo positivo. 


● A nivel de sexualidad. Es realmente difícil que una persona pueda obtener placer desconectada de lo que siente, rechazando su imagen corporal y/o centrándose en ser un objeto sexual para la otra persona. 

 

● A nivel social, nos aísla. ¿De cuántas cosas te has privado por no mostrar tu cuerpo? ¿Cuántas tardes de playa te has perdido por sentir que tu cuerpo no estaba bien para ir a la playa? 

 

● A nivel económico nos limita. Mientras que un hombre gasta una media de 12 euros en un corte de peluquería cuando lo necesita, las mujeres gastan cientos de euros mensuales en verse mejor; ya sea a través del consumo de productos, tratamiento o dietas milagro. Mientras una mujer gasta todos sus ahorros en operarse el pecho, un hombre se lo gasta en experiencias, en un viaje sabático inolvidable. 
 

8M Rompiendo el Ciclo: una nueva forma de mirarnos 

 

Lo que no se dice no existe; y afortunadamente cada vez más y más mujeres nos animamos a poner palabras y a reapropiarnos de nuestros propios cuerpos. Hay esperanza, pero debemos dejar de pedir permiso para envejecer, para ocupar espacio, para ser quienes somos sin pedir disculpas. 

 

Te propongo un reto. Empieza con pequeños actos de resistencia: 

 

1. Elimina de tus redes esos referentes tóxicos o no realistas. Échale un ojo a tu algoritmo y trata de ver que tipo de cuerpos te está mostrando para protegerte de ver repetidamente el mismo patrón. 

 

2. Pon el foco en lo funcional de tu cuerpo, en lugar de en lo estético. ¿Alguna vez te habías imaginado cómo sería no tener cuerpo? ¿Te imaginas que tu cuerpo no se pudiera mover de cuello para abajo? Es el único que tenemos, el único vehículo para sentir, amar, tener placer, movilidad, obtener experiencias..etc. Cuídalo, pero de una buena manera. 

 

3. Anímate a comprar un nuevo pantalón dejándome guiar por la comodidad del cuerpo y no del número. Deja que la talla se adapte a ti y no tú a la talla 

 

4. Elimina esa camisa o esos zapatos que te aprietan tanto y que no te dejan estar cómoda. 

 

5. Empieza por respetarte a ti misma y a no hablarte de esa manera tan ruín. Sé que a veces es difícil hablarse bien, pero no te pido eso, te pido que simplemente empieces por hablarte con respeto 


6. Pon límites. Explica a las personas de tu alrededor que no te sientes cómoda cuando critican un cuerpo. 

 

Entonces, ¿consumimos o somos consumidas? Piénsalo y sigamos derribando muros invisibles impuesto. Dejemos de ser prisioneras de una imagen y empecemos a ser protagonistas de nuestra propia vida. 

Violencia estética, el peso invisible que cargan las mujeres

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