Xerardo Fernández Albor celebró ayer que hace 31 años formó el primer gobierno autonómico de Galicia. “Yo estoy como si tuviese 40 ó 50 años, hecho un chaval”, cuenta, y declara lo orgulloso que se siente de haber presidido la Xunta: “Para mí es un honor enorme el haber representado a mi pueblo y haber hecho todo lo posible por él”.
Con los años que le amparan, solo tiene una receta para vivir en democracia: “Hay que preocuparse por la política y la libertad, si no hay convivencia política, una democracia fracasa”, apunta, y confiesa que echa de menos un mayor entendimiento entre los grandes partidos en asuntos que son cruciales, y “un mayor respeto”.
Que encabezase la lista de Alternativa Popular se fraguó en el último día, cuando estaban a punto de cerrar las listas. Su mujer al instante le dijo: “Es tu deber”.
El mentor de Fernández Albor fue el intelectual Ramón Piñeiro, que quería que el galleguismo fuese un sentimiento que habitase con holgura en todas las ideologías, y “yo era más bien lo que se llama de derechas”.
“El galleguismo es una responsabilidad ante tu gente, y la puedes llevar a cabo amando a una tierra por su paisaje, cultura y gastronomía, luchando por su empresa, y comprometiéndote en el desarrollo de sus gentes”.
Sobre la actualidad gallega, declara que la comunidad está gobernada por “un chico muy bueno, que habla con todo el mundo y se preocupa por la gente y por resolver sus problemas. Alberto (Núñez Feijóo) es espléndido, y, ojo, no es que solamente gane”. “Es distinto ganar que merecerlo, y él se lo merece. Cicerón decía que prefería que le preguntasen por qué no tienes estatua a por qué tienes estatua, y eso también pasa en política”, puntualiza Albor.