La Fortaleza Vieja o baluarte de San Carlos es más conocida por el primer nombre y quizás una de las más antiguas de la ciudad, ya que es posible que hubiese pertenecido al perímetro defensivo del viejo baluarte de la Pragueira, aunque muchos le atribuyen su construcción al siglo XIV.
Su primera modificación la sufre en el siglo XVI, al quedar unido a las murallas de la ciudad. Parte de las piedras de sus torreones y de la misma fortaleza son llevados hasta la isla de San Antón, para levantar allí la fábrica del castillo del mismo nombre, junto con las extraídas de la rampa de la Torre de Hércules.
También este baluarte hizo las veces de torre de la pólvora, que motivó un desgraciado accidente en el manejo de la misma allí almacenada, provocando una violenta explosión en 1658, causando según las crónicas de la época unos 200 muertos y cuantiosos daños en las casas que estaban cerca de la fortaleza. Al pie de la misma se encuentra la puerta del antiguo hospital de San Andrés perteneciente al Gremio de los Mareantes de la ciudad, se trata pues de un lugar cargado de historia y romanticismo.
Será en pleno siglo XVIII cuando los restos del viejo baluarte son transformados en jardín, datando su última remodelación de 1834. En la puerta de entrada al recinto se conserva en piedra (aunque en un estado deplorable) el escudo de armas del Marqués de Croix, el cual fue capitán general de Galicia; a él se debe esta última transformación.
En medio del jardín y por orden del mariscal francés Soult se levantó la tumba en la que se encuentran sepultados los restos del general inglés John Moore después de haber participado en la batalla de Elviña, en la cual caerá mortalmente herido. Esto aconteció el 16 de enero de 1809, en el momento en que las tropas inglesas por medio de su armada iban a ser retiradas del frente peninsular para ser llevadas de nuevo a Inglaterra.
Todo coruñés sabe que el rincón más bucólico de la ciudad, junto con la plazoleta de Santa Bárbara, es el jardín de San Carlos, por todo lo que representa para La Coruña uno de los bienes culturales e históricos de mayor importancia con que cuenta la ciudad.
sir john moore
Es lugar de visita obligada de los coruñeses y también de los forasteros, de un modo muy especial los ciudadanos ingleses que a menudo sienten la estancia como un legado de la historia.
El jardín de San Carlos cuenta en su centro geográfico con el cenotafio del ilustre general Ingles John Moore, muerto en la batalla de Elviña y cuyos restos descansan en aquel panteón. Pero lo que no sabe la mayoría de los coruñeses es que, antes de la existencia del cementerio Británico en nuestra ciudad y el primero de España, bajo aquel cenotafio, se enterraron varias mujeres de ascendencia británica, así como al menos un oficial del ejército inglés y un niño de corta edad. El último enterramiento se lleva a efecto sobre el año de 1830. Aquí es en donde da inicio una vieja leyenda urbana que carece de sentido oficial.
Cuando se preguntaba a alguien conocedor de aquella situación, la explicación era que ese trozo de terreno pertenecía a los británicos, aunque en realidad no es así. No existe documentación alguna al respecto que avale esta aseveración, ni en la época de Mazarredo como capitán general del Reino de Galicia se halló nada, ni tampoco cuando el Ayuntamiento solicita al Gobierno de su Graciosa Majestad una colaboración de dos mil libras esterlinas para arreglo del túmulo de Moore y el levantamiento del cierre del cementerio Británico. Este, consta que sí pertenece a aquel país, ya que figura como “propiedad británica”.
propiedad municipal
Es probable que este sea el origen de la duda generalizada sobre la propiedad del lugar, ya que no se indican las condiciones de la donación, realizada cuando se levantan el túmulo y el enrejado de hierro que lo circunda, obra de Juan de Ciórraga de 1865.
De modo que el jardín de San Carlos como pieza única y completa pertenece al municipio coruñés y como tal es el responsable de cuidarlo y asearlo en todo lo posible dejándolo en las mejores condiciones como el lugar más emblemático de la ciudad, por la carga histórica que tiene sobre los intereses turísticos de los ciudadanos británicos que nos visitan, en cuyo país, sir John Moore, está catalogado a la altura de sir Arthur Wellesley, duque de Wellington.
Por este motivo nuestros munícipes deben prestar más atención a dicho lugar para que quienes nos visitan, en particular los británicos, se sientan allí como en su casa, al ver que el Ayuntamiento y la ciudad se preocupan de un espacio que para el visitante tiene mucha consideración sentimental. Pero que no es territorio británico como algunos llegaron a hacer creer, dando lugar a la leyenda urbana de que situándose uno en centro del jardín de San Carlos se hallaba en suelo británico.