El primer ministro británico, Boris Johnson, está determinado a ejecutar el Brexit el 31 de octubre a pesar de no haber sometido a votación el pacto firmado con Bruselas y verse obligado por ley a pedir una prórroga.
El proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea, cada vez más complicado y repleto de vericuetos, ha entrado en una fase decisiva al quedar pocos días para la ruptura de Londres del bloque europeo después de 40 años de participación.
El jefe del Gobierno conservador dio el sábado marcha atrás a la planeada votación del acuerdo alcanzado el jueves con la UE después de que prosperara una enmienda que le emplazaba a solicitar un retraso del Brexit en caso de que la legislación que debe implementar ese texto no quedase tramitada para el 31.
Ruptura dura
El temor de los que apoyaron esa iniciativa, introducida por el diputado independiente Oliver Letwin, residía en el riesgo de una ruptura “dura” de la Unión Europea si para el 31 de octubre no estaba ratificada la ley sobre la salida del país del club europeo.
Al no someter a votación el acuerdo negociado, entró automáticamente en vigor la llamada Ley Benn, aprobada hace unas semanas por los diputados y que exigía a Johnson solicitar el retraso del Brexit si no tenía aprobado un pacto la noche del sábado. A pesar del revés sufrido por Johnson, el Gobierno espera presentar esta semana el proyecto de ley sobre la retirada de la UE y confía en poder someter hoy a votación el acuerdo, pero deberá autorizarlo el presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow.
El número dos del Gobierno, Michael Gove, reiteró ayer el compromiso del Ejecutivo de cumplir con el Brexit a finales de mes.
“Sabemos que la UE quiere que nos marchemos, sabemos que tenemos un acuerdo que nos permite marcharnos. Nos vamos a marchar el 31 de octubre. Tenemos los medios y la capacidad para hacerlo”, insistió.
“La determinación (por el Brexit) del primer ministro es total y yo le apoyo en esto, nos tenemos que marchar el 31 de octubre”, dijo el político, considerado responsable de los preparativos del país en caso de una salida “dura” de la UE. Gove, que hizo campaña junto con Johnson a favor de la salida de la Unión Europea en el referéndum de junio de 2016, remarcó que en los próximos días los diputados tendrán la oportunidad en los Comunes de “aprobar la legislación necesaria a fin de asegurar que honramos el mandato del plebiscito y salimos” del bloque europeo.
El ministro de Exteriores, Dominic Raab, declaró, por su parte, a la BBC que el Gobierno parece contar con los “números” que necesita para sacar adelante el acuerdo en la Cámara baja.
Johnson está en una situación precaria al no tener mayoría parlamentaria y sus socios norirlandeses del Partido Democrático Unionista (DUP) han renunciado a apoyarle porque creen que el pacto negociado con Bruselas, que sitúa una frontera aduanera en el mar de Irlanda, amenaza la unión de Irlanda del Norte con Gran Bretaña.
Desde la oposición, el portavoz del Brexit, Keir Starmer, reiteró ayer que cualquier acuerdo del “divorcio” debería ser sometido a una votación de la población.
Johnson remitió la noche del sábado a la UE una carta sin firmar pidiendo una prórroga hasta finales de enero, y envió una segunda firmada precisando que no creía que fuese beneficioso postergar el “divorcio” británico más allá del 31 de octubre. l