A nadie le sorprendió ayer que la subasta del hotel Sada Marina quedara de nuevo desierta. Era un secreto a voces a pesar de que en las últimas semanas se hablaba de posibles inversores extranjeros. Pero ni rastro de ellos, ni foráneos, ni nacionales.
Los únicos que se presentaron en el Juzgado de lo Mercantil número dos de A Coruña fueron los representantes de la administración concursal que gestiona el hotel, quienes tras unos minutos de espera, fueron llamados por un funcionario para firmar el acta en el que quedaba recogido el nulo interés que, una vez más, ha despertado el derecho de superficie de este edificio que es objeto de debate en la localidad desde hace varios años, cuando empezaron los problemas económicos –y posterior cierre– de este hotel de cuatro estrellas venido poco a poco a menos.
El tipo de subasta está valorado, exactamente, en 1.852.751 euros y la puja mínima admitida en el día de ayer era del 50%, por lo que apenas superaba los 900.000 euros.
Una cifra por la que nadie consideró interesante ni siquiera acercarse por el juzgado, habida cuenta de que los posibles inversores son conscientes de que el próximo 8 de septiembre, fecha para la que está prevista la próxima subasta, las condiciones serán sin duda muchísimo más favorables.
septiembre
La subasta que tendrá lugar dentro de seis semanas fue convocada por una diligencia de ordenación del citado juzgado coruñés de lo mercantil el pasado 22 de junio, y en ella se anuncia que, como en el día de ayer, se celebrará a partir de las 09.30 horas en el mismo lugar.
Para entonces, efectivamente se han fijado condiciones que llamarán más la atención de posibles inversores, y desde el propio juzgado son optimistas acerca de la asistencia de interesados en esa próxima cita. Y es que la puja mínima admitida bajará en esta ocasión hasta el 20% de esos 1,8 millones, por lo que queda situada en 370.550,2 euros.
obligaciones
En el caso de que finalmente algún inversor esté interesado en adquirir el hotel y se haga con él en la subasta, tendrá que comprometerse a una serie de obligaciones fijadas de antemano.
Así, “debe mantener las instalaciones en perfectas condiciones de utilización, ornato y salubridad”; tendrá que “destinar el terreno objeto de cesión al uso pactado” –es decir, a un hotel–; “satisfacer al Ayuntamiento con un canon mínimo de 100.000 pesetas –600 euros– sujeto a la evolución del IPC” y, por último, mantenerlo en funcionamiento “durante todo el año, lo mismo días laborables que festivos”.