¿Cuántas veces nos hemos preguntado en los últimos años si el Deportivo ha tocado fondo? Ayer fue la enésima ocasión en la que el deportivismo volvió a formularse esa cuestión después de frotarse los ojos otra vez, de pellizcarse para ver si la pesadilla es real o un mal sueño que no acaba.
Se estrenó Rubén de la Barrera en el banquillo de Riazor, ese que había visto por primera vez desde el palco de autoridades cuando era niño, al lado de su abuela. No pudo ser peor el partido que firmó su equipo ante el Compostela, que le infligió la tercera derrota de la temporada. Fue el quinto partido consecutivo sin ganar en Liga, el tercero (cuarto con la cita con el Alavés) con la cuenta de goles a cero. Sin fútbol, sin gol, sin solidez, sin nada. Es probable que esta vez se haya tocado fondo. Pero hasta parece atrevido llegar a afirmarlo.
Había apelado el míster en la previa a la plasticidad del juego más que a la testiculina y a las plegarias, pero al deportivismo no le queda otra que rezar, que implorar un milagro.
La salida del equipo volvió a ser la habitual. Y esta vez no había ni campo helado ni tantas bajas como en Salamanca.
El Deportivo empezó con Derik en el lateral derecho, Borges y Bergantiños en el centro del campo, con Borja Galán y Lara apoyando en los interiores y los recuperados Diego Rolan y Claudio Beauvue en ataque.
Lo que le gustaría ver a De la Barrera en el Deportivo lo plasmó el Compostela de Yago Iglesias, un técnico en el que el equipo reparó para su filial, pero no le fichó.
Los santiagueses no andan sobrados de puntos, pero su propuesta en el tapete es agradable. Sus jugadores saben dónde, a quién y cuándo presionar y convirtieron al Deportivo en previsible.
Tuvieron los de Yago Iglesias la velocidad y el dinamismo que para sí quisiera el Deportivo en los primeros instantes del duelo. Ya en el minuto cuatro avisaron con dos remates de Saro en el área tras el desequilibrio de Miki por la derecha. El lateral mandó el esférico a las nubes y perdonó a los deportivistas, faltos de juego y de intensidad defensiva.
El Deportivo se atascó y la presión en bloque alto del Compostela volvió a surtir efecto al provocar un error de Bergantiños que compensó la velocidad de Mujaid para enviar a córner. Desde la esquina, surgió la polémica, a los siete minutos, con un gol bien anulado al Compostela. Se le fue el balón por la línea de fondo a Brais Abelenda y el árbitro, a instancias del línea, no dio validez al remate posterior de Juampa. Otra vez el Deportivo hacía agua en defensa. Sin comunicación entre Granero y Carlos Abad, con un pésimo despeje de Derik. Blandos.
El Compostela estaba mucho mejor.. En su propuesta aparecieron los pasillos interiores. Enfrente, un Deportivo con poca velocidad en la circulación, sin movilidad, sin desequilibrio, carencias que se han dado una y otra vez esta temporada en Segunda B.
Incluso peor
No hizo cambios en el intermedio De la Barrera a pesar de lo mal que había estado el Deportivo. El equipo pareció retomar el partido con una marcha más, pero se le salió la cadena. Beauvue, lamentable, perdonó ante Pato Guillén con un penoso remate tras un fallo de Guille Torres.
Erró el conjunto coruñés y se lo cobró el Compostela después de que el árbitro no sancionara una clara falta de Juampa a Mujaid en el flanco derecho de la cobertura blanquiazul. Del centro del extremo, surgió el tanto de los santiagueses. Prolongaron de cabeza en el segundo palo y en el área remató a placer Brais Abelenda.
El Deportivo fue un manojo de nervios y el Compostela falló el segundo a los 58 minutos con un disparo de Guille Torres, a pase de Bicho, que la mandó a las nubes en el área pequeña y sin portero bajo palos.
Con diez
El árbitro desquició a los deportivistas y Mujaid fue expulsado por doble amarilla a los 65 minutos. La primera, por protestar la acción del gol; la segunda, por una falta merecedora de tarjeta.
El Compostela hizo el primer cambio antes que De la Barrera moviera ficha. El técnico apostó por la entrada de Valín y Adri Castro por Beauvue y Lara. Pero nada mejoró un equipo desnortado.
Cumplida la media hora del segundo tiempo, el Deportivo encajó la sentencia. Un saque en largo del portero, Borja Granero midió mal, Carlos Abad, aun peor, y Miki marcó a placer.
El último tramo del partido fue un rondo del Compostela, un entrenamiento al que se sumaron, por el Deportivo, Miku y Gandoy para los trece minutos del esperpento que fue el encuentro con los santiagueses, que perdonaron el tercero.
Críticas, vergüenza, rabia e impotencia. El deportivismo está hastiado de ver a su equipo ir de mal en peor. El estado físico del equipo es penoso, como su rendimiento individual y grupal. El miedo a quedarse sin opciones de ascender crece.