Homs, Quico Homs, es una persona llena de humildad, prudencia y sabiduría. De ello ha dado siempre muestras y ahí están para atestiguarlo sus siempre mesuradas intervenciones en sus años gloriosos como portavoz y brazo derecho de Artur Mas en la Generalitat. Cuando Quico abre la boca es bien sabido que sube el pan... “amb tumaca”, claro está. Ahora lo tenemos en Madrid, en el Congreso, pero su partido, la exCiU, no llegó ni al mínimo para grupo parlamentario y ahora el mascarón de proa separatista es Rufián. O sea que Homs tiene que aprovechar sus oportunidades.
La ha tenido con su juicio en el Supremo, por aquello de 9-N, que dice que “no existió” para luego proclamar que “fui yo, fui yo” y ver de librar al jefe Mas y fiel a su estilo, a su contrastada humildad “franciscana”, ha proclamado que si lo condenan “será el fin del Estado español”. No es que sea además mucho lo que le piden, ni galeras, ni cárcel siquiera, sino inhabilitación. Por pretender descuartizar la nación más antigua de Europa, ciscarse en su Constitución, que él mismo y con entusiasmo votó y hacer mofa y befa de su Tribunal Constitucional no parece, la verdad, y si lo condenan pena muy mayor.
Pero, según Quico, ello supondrá el fin de España, la hecatombe absoluta, el terremoto final. El fin de los tiempos y ¿a causa de qué? ¿por quien?, pues por él, por el héroe total, por Quico Homs. ¡Qué tío! Así que, imbuido de su trascendencia, sobrado estaba en el Supremo y le dijo al Tribunal: “En mi casa me enseñaron que hay que esperar a que el otro acabe para intervenir”. A lo que el presidente de la Sala Penal, Marchena, le replicó: “Esto no es su casa, es el Tribunal Supremo”.
Que lo está juzgando y lo absolverá o lo condenará, pero no será por las pasarelas separatistas que se montan en Barcelona o, bastante raquítica, en Madrid, sino por estricta aplicación de la ley. Y no por, como pretenden adoctrinar, poner urnas. Eso es la famosa postverdad, o sea, la mentira de manual, eso es como decir que a Sundance Kid y a Cassidy se les juzgaba por “entrar” a los bancos. Se olvida el matiz de que a “atracar”. Y aquí, de violar, la ley y la sentencia del Constitucional.
Esto de mentir y de acusar de los delitos a quienes precisamente los juzgan por ellos, es toda una marca de la casa y desde tiempos del patriarca Pujol. Su fiel hijo político y alguna cosilla más por Andorra, Artur ha salido el discípulo mejor. Si trincas, pero eres separatista no hay pena ni puede haber siquiera reproche, porque estás ungido por la “causa” y tienes bula de bandera. Vamos, con licencia para robar. Y, ya puesto, acusar a quien robas, a todos los españoles, de ladrón.
El juicio a Más y Homs es, dicen, un castigo político y los jueces, por tanto, unos miserables esbirros del Gobierno. Eso, por un lado. Por el otro, por lo otro, lo del 3% a la saca viene a ser lo mismo. Cosa del enemigo. Ataque a la independencia. Pero, ¿quién lo denunció al juez, amén de aquello histórico de Maragall?. Pues resulta que los “hermanos secesionistas” de ERC. Y ¿Quién inhabilitó y vetó a Mas para seguir presidiendo la Generalitat? ¡Anda!, si no fue juez “español” alguno, si resulta que fueron los de la CUP. Y, ¿por qué? Pues clamaban que por la corrupción. Eso era lo que decían los de la CUP.