no, el Presidente del Gobierno no hizo un desplante a Pablo Casado al ausentarse del banco azul cuando el líder de la Oposición tomó la tribuna de oradores en el Congreso de Diputados. No fue un desplante a Casado. La ausencia del Presidente del Gobierno en el pleno en el que se ha adoptado una medida excepcional como es el estado de Alarma en un momento de máxima gravedad para España, es una ausencia de esas que en futuros debates parlamentarios se recordará en más de una ocasión. Ha sido un desplante a la Cámara y al conjunto de los ciudadanos que sólo a Sánchez le está permitido.
Bien está que las Comunidades Autónomas y sus gobiernos adopten decisiones, que se impliquen directamente en la lucha contra la pandemia pero la situación por la que atravesamos es la situación que atraviesa España como Nación y la declaración del estado de alarma es prerrogativa exclusiva del Gobierno. Estas dos realidades, entre algunas más, son, por sí mismas, más que suficientes para que el Presidente del Gobierno no se hubiera parapetado en el ministro de Sanidad. Él, Pedro Sánchez, debería haber comparecido y echarse España a sus espaldas sin que ello deba suponer, en modo alguno, ignorar que estamos en un estado autonómico. Estado autonómico que conforma una Nación y no un mera suma de compartimentos estancos.
Aprovechando el sonoro hueco dejado por el Presidente, Pablo Casado ocupó el espacio que le dejó libre. Sin papeles y sin estridencia el líder del PP justificó la abstención de su grupo. Lo hizo después de que desde Moncloa no se hubiera producido ni una llamada a la calle Génova para, ni siquiera, intentar un acuerdo. No debe sorprender. El Gobierno no quiere acuerdos con el PP. O se suma a lo que decide el Ejecutivo y por lo tanto es demócrata, responsable y moderado o es que esta alineado con la extrema derecha. Esta es la pinza que le espera a Casado.
Si llamativa y criticable ha sido la ausencia del Presidente, resultó patético ver como los grupos que han apoyado al ejecutivo se han atribuido mejoras en los planes iniciales de Moncloa. Vender como un gran logro que el Presidente del Gobierno, con la que está cayendo en España, comparezca cada dos meses es realmente patético. Si en estas andamos es que nuestra democracia se está deteriorando y el conjunto de la izquierda perdiendo sus propios referentes de lo que significa el control del Parlamento. Pero en medio de la locura, es todo coherente. Si el Presidente hace que ni ve ni oye cuando sus socios realizan declaraciones, manifiestan posturas y propugnan enmendar a la totalidad de lo que llaman régimen del 78, en justa correspondencia ellos también deben ser generosos y si no acude un debate en el que debería haber estado, unas palabritas y pelillos a la mar. El Presidente y sus socios pueden estar tranquilos. Han aprendido a perdonarse todo y así será lo que queda de legislatura.