Aconteceres

Ya andan los de la memez histérica removiendo Roma con Santiago para multiplicar sus víctimas, muy lamentables y cuyo heroísmo nadie les niega. Pero sí su explotación reiterada y con fines propagandísticos sin cabeza. Van al encuentro de la verdad suya sin reparar, pese a la advertencia de Machado, que conviene buscarla juntos y del brazo del amor. Pero aquí se fomenta el odio cainita una y otra vez. Únicamente se cuentan milongas y todavía quieren vendernos motos. “La vida de un republicano vale más que todos los conventos de Madrid”, había dicho aquel presidente que echó culpa de todos los desastres a los demás sin reconocer ningún error propio.
Serenidad. Equilibrio. Soledad. Mucho silencio. Comprendo a los muchachos que entran en un bar y depositan una moneda para escuchar una canción. Sin embargo, me congratula más el clamor del silencio comprado en la misma máquina. Al final del año buen propósito de enmienda, la historia española de los siglos XX y XXI está condicionada por sucesos, hecho y acontecimientos. Unos los estudia la naturaleza; otros son de la criatura racional y libre; y, por último, los terceros –revolución de Asturias en 1934, guerra incivil en 1936, cuarenta años de dictadura franquista, democracia constitucional en 1978– constituyen momentos estelares de la vida nacional.
Condicionan nuestra existencia y como ciudadanos responsables, dignos, libres e independientes corresponde pasar página para que no se repitan... Al final del tiempo te examinarán del amor. Hay que perdonar hasta setenta veces siete. Superando los aullidos de ira como los botones de muestra: crimen de Estado de José Calvo Sotelo; asesinato en Paracuellos de Juan Canalejo, que diera nombre al mejor complejo hospitalario de Galicia; el homicidio de Arcadio Vilela en nuestro periódico, sito en la avenida de Rubine, cuando dejaba su colaboración; o el asalto al empresario Claudio San Martín en su domicilio.

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