Veamos: la distancia vale parta medir entre dos lugares y la equidistancia la igualdad de distancia entre puntos u objetos. Luego tenemos eso que llama la Organización Mundial de la Salud y nos repiten a diario que es la distancia social, lo que un servidor llama distancia física y las otras distancias son fáciles de descubrir. En cuanto a la verdadera distancia social, sideral diría yo, que separa a unos de otros no tiene más que una vacuna: la fiscalidad social.
Cuando por ahí hablan de salir de la gran pandemia que asola a un veinte por ciento de la población no hay más que una respuesta: solidaridad y justicia.
Y es que si la memoria no me falla el 73% de los ingresos con los que se nutre hacienda vienen del sudor y el resto del capital. Dediquemos aquí unos segundos de pausa al resultado contable hecho público por el Banco de la señora Botín: solo ganó un veinte por ciento en relación con otros ejercicios.
A la pregunta de cómo salimos de esta que le formuló Evole, el economista gallego Antón Costa respondió: en las exenciones que se conceden a grandes fortunas y emporios empresariales. Y la cifra es astronómica: miles de millones.
Y es que la distancia que separa a un jubilado con la pensión media y la jubilosa que se llevó ese ex directivo del banco de las uves y las bes es más que abismal. El caballero en cuestión –investigado por cierto – recibe catorce mil euros al día, amén de otras gabelas. Y ya saben ustedes que el IVA del supermercado para ese señor y cualquiera de ustedes en la compra de jamón, jabón o naranjas es el mismo. Y el ejemplo vale para ese prestigiado supermillonario, por cierto multado hace pocos años por _Hacienda, al que la ingeniería financiera le permite hacer virguerías. Y de esos ejemplos hay a montones. Son los millones que, añadiendo amnistías, servirán para pagar el salario vital, para conseguir una sanidad también vital y una educación también vital. Estas son inversiones y no gasto. Todo el mundo tiene claro que la crisis económica necesita nuevas reglas comerciales y un mayor peso del Estado frente al mercado. Otro economista, Joaquín Estefanía, se trata de evitar que la acelerada recesión se convierta en Gran Depresión (sic) y habrá que mejorar los ingresos cuestionando los privilegios que gozan los más ricos como el impuesto por patrimonio. ¿Vale? Pues les dejo que voy a pasear con la distancia física que me exige el gobierno y la equidistancia a que me obliga mi cartera.