Faltaban casi un cuarta de hora para la una de la tarde cuando la Policía Local sacó con la cabeza cubierta al hombre que había atacado con un arma blanca a varios vecinos del número 12 de la rondad de Nelle.
Después había amenazado con arrojarse desde un octavo piso al patio interior. Tras más de dos horas, los agentes de la Nacional consiguieron convencerle para que se entregara. En cuanto a sus víctimas, todas ellas presentaban pequeñas lesiones y cortes producidos por el arma, de unos veinticinco centímetros de hoja, pero de escasa importancia.
El suceso tuvo lugar, según relatan los testigos, alrededor de las diez y media de la mañana. El detenido, un hombre de 38 años, residente en la zona, había acudido al edificio de la ronda de Nelle para tratar de contactar con su exnovia. Según los propios vecinos, su relación era tempestuosa, y habían cortado para después reconciliarse en varias ocasiones. El hombre se dirigió al piso de los tíos de su expareja, un matrimonio de unos cuarenta y tantos años de edad, que le conocían, con el objetivo de ponerse en contacto con la mujer, unos diez años menor que él. Pero ella no se encontraba en la vivienda en ese momento.
El sospechoso pretendía hablar con su expareja, pero acabó agrediendo a
los tíos de esta
Si estaban, en cambio, los tíos, que no le dejaron pasar al interior, sino que conversaron con el en el umbral de la puerta. La conversación no se desarrolló en términos muy cordiales y rápidamente degeneró en una discusión abierta. El vecino de enfrente, un octogenario, escuchó el alboroto y salió al descansillo. “Me los encontré en el suelo. Él (el detenido) tenía un cuchillo en la mano y trataba de pincharle (al tío)”, recuerda el testigo. Desde el umbral, la mujer gritaba desesperada: “¡Policía, policía!”. En ese momento, el octogenario se arrojó contra el agresor para tratar de arrebatarle el arma. Mientras tanto, la mujer le golpeaba con una silla.
Sobre la ventana
Los tres forcejearon en el suelo un rato más hasta que el hombre desistió y se dio a la fuga, introduciéndose en el ascensor. Pero, en vez de bajar el único piso que le separaba del nivel de la calle, el sujeto decidió subir hasta el último piso, el octavo. Una vez allí, subió hasta el siguiente descansillo y abrió la ventana que da al patio interior, pasando una pierna y montando a horcajadas sobre el alféizar. En ese momento, salió una vecina de su casa, para toparse con aquella escena imprevista.
Muy nerviosa, la mujer lo recordaba horas después: “No tenía ningún cuchillo, me enseñó las heridas que se había hecho en los brazos, que estaba sangrando, y me dijo que el cuchillo no cortaba”. El hombre anunció su intención de arrojarse por la ventana, pero allí se quedó mientras acudían las unidades de la Policía Local y de la Nacional, así como de Urgencias Médicas, y de Bomberos.
Tras atender a las víctimas (el octogenario había sufrido unos rasguños y no fue trasladado) recayó sobre la Policía Nacional la labor de evitar que el hombre se arrojarse al vacío. Se alertó a efectivos del GOES, provistos de equipos de asalto, aunque no llegaron a actuar. El sospechoso pasó horas allí, y llegó a pedir hablar con .la vecina a la que había asustado para pedirle disculpas, a lo que ella accedió. Finalmente, se entregó a las autoridades.