Los vecinos del entorno de Federico Tapia mostraban su estupor y asombro ante el anuncio del posible traslado del convento de los Padres Capuchinos, situado en este vía.
Según apuntaban ayer fuentes cercanas, el traslado se daría por motivos meramente de gestión, ya que actualmente solo quedan dos hermanos, el padre Rosendo y el padre Tejerina, motivo por el que se tomaría la decisión.
Los vecinos y feligreses de la iglesia creen que la idea es un tanto “descabellada” y apelan a las instancias superiores a que no efectúen el traslado.
El próximo domingo se congregarán una vez finalice la misa, poco antes del mediodía
En la portería de la propia parroquia se encuentran recogiendo firmas, para mostrar el cariño y afecto a los padres y con el fin de mostrar el cariño que le tienen los asiduos a la iglesia, que piden no cerrar el convento.
Se trataría por tanto, de una orden superior, pero no se conocería todavía el destino, aunque cabe recordar que el lugar más cercano con un convento capuchino es en Vigo.
Los vecinos y feligreses mostrarán además su apoyo con una congregación el próximo domingo, una vez finalizada la misa, poco antes del mediodía. Acudirán a la cita con cartelería en apoyo al padre Rosendo. Además, estudian la posibilidad de acudir también al obispo o a instancias superiores, para comunicarle también que no quieren que se efectúe este traslado.
En el caso del padre Rosendo, apuntan a que es un hombre muy querido que, además de ser párroco, es también guía oficial de peregrinos a Tierra Santa.
Por lo tanto, vecinos y feligreses instan a que se replantee el posible cierre y traslado de los internos a otras localidades, para mantenerlos unidos a la ciudad, donde se establecieron, precisamente en ese lugar, hace un siglo.
Historia
Y es que los primeros religiosos de esta orden llegaron a la ciudad hace 103 años, en 1918. Precisamente en 2018 realizaron una serie de actividades y propuestas para celebrar su centenario.
El padre Rosendo, además de uno de los miembros del convento, es también el párroco de la Divina Pastora, reconocida por su tradicional procesión de La Borriquita durante la Semana Santa.
La instalación de estos religiosos en A Coruña no fue del todo apacible, ya que un par de décadas después, en los años 30, su residencia y su capilla fueron víctimas de un incendio. Regresaron años más tarde para instalarse, aunque la iglesia no se construiría hasta los años 50, sufriendo una reforma en los 70.