Detrás de los dos partidos nacionales estuvieron dos expertos de la comunicación política que diseñaron estrategias y discursos para que los candidatos ganaran la confianza y el voto de los electores. Fue un duelo profesional entre Miguel Ángel Rodríguez, el asesor de Ayuso, e Iván Redondo, asesor que el presidente Sánchez puso a disposición de Gabilondo.
Rodríguez y Redondo cometieron errores, el más importante fue radicalizar la campaña recuperando el frentismo, las palabras gruesas y la mentira disfrazada de verdades absolutas que forman parte de todas las campañas, también de esta, que empezó con los eslóganes “socialismo o libertad/democracia o fascismo” que ambos desarrollaron con dureza en los días siguientes
Parece que Rodríguez habló con los “tabernarios” madrileños, término acuñado por Tezanos, supo de la rabia de la gente y elaboró un discurso simple con tres ejes de comunicación: libertad, economía abierta y Sánchez es el rival a batir.
Apoyada en esas “ideas fuerza”, Ayuso ignoró a Gabilondo y confrontó directamente con Sánchez, prometió un gobierno austero y eficaz con una administración flexible que “gestione para la mayoría social”, impulse la economía con políticas liberales y posibilite trabajar en libertad. Ese discurso conquistó a los madrileños que le dieron una mayoría aplastante, perdonándole incluso las carencias de su gestión sanitaria.
En cambio, Redondo parece que pasó de las tabernas. Diseñó en el despacho una campaña “cambiante” que de la moderación inicial –“con este Iglesias no”– que asumía parte de la gestión de Ayuso, llegó al radicalismo –“querido Pablo”– que se apropió de su discurso y puso a Gabilondo en brazos de un Iglesias perdido, cazador de fascistas que no existen y, por tanto, no preocupan a los madrileños.
Los bandazos convirtieron sus mensajes y eslóganes en un batiburrillo desconcertante para el candidato que, además, causó mucha hilaridad entre los madrileños, que también rechazaron los ataques inmisericordes a Ayuso -“ida, fascista, tronada, ultra”- por sus ideas y su aspecto frágil que la candidata popular, bien asesorada, soportó y respondió sin inmutarse.
La comunicación no hace milagros. Detrás de las victorias y derrotas hay otros factores que en Madrid parece que eran el hartazgo de Iglesias, de Sánchez y de sus políticas, mentiras y pactos… Pero el trabajo de los asesores mueve voluntades y los mensajes precisos y entendibles atraen el voto.
Por eso, vistos los resultados de Madrid, Miguel A. Rodríguez ganó por goleada. Sus mensajes, asimilados y explicados por Ayuso, cautivaron más al electorado que los de Iván Redondo, más centrados en el pasado que en ideas de futuro.