Toda persona que padece una adicción tiene el derecho a disponer de una oportunidad para recuperarse. El problema está en que si esa persona no reconoce la adicción y se niega a seguir cualquier programa de tratamiento.
Uno de los mayores problemas con los que se enfrenta la sociedad actual es el de las drogas y cada día está más en auge.
Ésta situación genera que la mayor parte de la delincuencia actual esté relacionada con el mundo de las
drogas, desde los delitos contra las personas, contra la libertad sexual, contra el orden público, contra la seguridad del tráfico o contra la propiedad.
A pesar de que desde Europa, el gobierno central, las autonomías y los propios ayuntamientos consideran como un importante objetivo político la necesidad de reducir el número de delitos relacionados con las drogas, cada día van en aumento y cada vez hay más drogodependientes.
Hay pocos pueblos y ciudades de nuestro país que no padezcan las consecuencias desoladoras de las drogas. Auténticos zombis que deambulan por las calles en busca de dosis, día tras día.
A pesar de que hay medios e inversiones suficientes para paliar ésta situación, en cambio algo no
funciona.
En estos asuntos no sólo hablamos de seguridad y de tranquilidad para los vecinos en general sino de la salud pública que afecta a personas, principalmente jóvenes, que apenas tienen futuro y las administraciones ni están ni se les espera.