Los vecinos de Agra de San Amaro protestaron ayer por el estado de prolongada dejadez los terrenos próximos a la Torre de Hércules, que lindan con la Ciudad Deportiva de Arsenio Iglesias y que, aseguran, ha convertido el lugar en una nido de maleza, ratas, y desperdicios, amén de materiales contaminantes en las precarias construcciones que las ocupan. Los vecinos recuerdan que por María Pita han desfilad gobiernos de todo tipo y condición y aunque todos han prometido encarar el problema, ninguno ha cumplido.
El acto fue convocado por la asociación vecinal de Atochas-Monte Alto-Torre de Hércules, que logró reunir a una veintena de personas en la avenida de Navarra. “Levamos tres mandatos reclamando que se solucione e a cousa va empeorando”, apunta el secretario de la asociación, que teme que las uralitas que forman el tejado de las construcciones, y que están rotas, contengan amianto, una sustancia cancerígena. “Agora a maleza ten dous metros de altura. Hai risco de lume, porque hai anos que non se limpa”, criticó Camilo Pardo.
Los vecinos comprenden que existen problemas legales urbanísticos, pero que impiden al Ayuntamiento actuar sobre el terreno, pero no reclaman una intervención urbanística, sino que se realicen labores de mantenimiento. “Tanto para o perigo para a veciñanza como o efecto estético xunto a Torre”, insisten.
El problema se remonta a 1993, cuando el Gobierno de Francisco Vázquez firmó un convenio con los propietarios de los terrenos afectados por el Paseo Marítimo para permutar sus fincas por otras en el Agra de San Amaro. Se suponía que se cambiará su calificación a suele urbano, lo que permitía levantar edificios de hasta siete pisos de alto.
El tiempo pasó y cuando los propietarios solicitaron licencias para edificar, se encontraron con que la Torre había sido designada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y que sus terrenos se encontraban en el área protegida, lo que significaba que era ilegal construir allí. Desde entonces, Gobierno local y propietarios han venido librando un tiro y afloja tanto en los tribunales como en la mesa de negociación, puesto que tienen unos derechos adquiridos, sin que por el momento se haya llegado a ninguna conclusión.