Prohibieron un día cortarles el rabo a los perros, dijeron que era una atroz mutilación, aunque en ocasiones ello les evite heridas y percances. Ahora los gobernantes podemitas pretenden obligarnos a castrarlos a todos por ley. Cortarles los huevos a los pobres canes parece que en este caso, y por ser cosa suya, ya no es mutilación sino algo muy bueno y natural que estaremos obligados a cumplir por ley.
La primera reacción de uno no es otra que un “¿Por qué no te los cortas tú?” con un añadido, “¡A mi perro no lo tocas, c..!”, que creo compartirán miles de personas que tenemos perros.
Porque Sergio García Torres el autor de tal proyecto dejó muy claro que todos estaban en el saco, ...Todos los perros o gatos que tengan acceso al exterior sean castrado para añadir después que se quiere prohibir así que ningún perro particular pueda criar. Solo podrán criar los profesionales y supongo que solo los perros y perras destinados a tal fin. Sementales y vientres de reproducción. Esto a dia de hoy, después supongo que ya por inseminación artificial y esperma congelado del mejor
El tipo que ha salido con estas, que él llama Bienestar Animal, ¡vaya manera de hacerles el bien! no es otro que aquel que un día se despachó acusando al género humano de maltrato y robo a las vacas por ordeñarlas y que es nada menos que director general de un ministerio de esos inventados para que Podemos pueda colocar a su personal. Un representante típico de este Gobierno al que ahora cabe además entender ya como un Gobierno Capador.
El personaje se explayó aún más dando doctrina sobre la eliminación del concepto de perros y animales de “trabajo”, sean estos de tiro, pastores, de caza, guardianes o ayudantes policiales, pues tal cosa no puede ser dado que según pontificó “no son conscientes de ello y no pueden afiliarse a un sindicato”.
Puede tomarse la cosa a chufla, pero no. No debemos hacerlo porque estos desvaríos se acaban por convertir, algunos ya lo han hecho, en normas sobre nuestras vidas y ahora la de nuestros amigos peludos. Porque en ocasiones es preceptivo o recomendable castrar un animal y de hecho se hace así cuando se debe hacer. Pero es sin duda un hecho traumático y con repercusiones para el animal. Hacerlo por imperativo legal, a todos, salvo casos excepcionales, resulta una verdadera atrocidad contra ellos, contra el mundo natural y contra nuestro propio ser y convivir. Un clavo más en el ataúd de la libertad y de la expresión libre y natural del ser humano y de su primer y más fiel compañero desde los albores de la humanidad.
¿Qué tipo de sociedad pretenden alumbrar estos “iluminados”?. Y ya no es cosa de hablar de perros sino de nosotros mismos. ¿La del “Hombre Estabulado”?. La de un inmenso rebaño conducido, por su “bien” claro está, por unos sumos sacerdotes de esta nueva religión progrecrática y recogida en las sagradas normas que todos debemos obedecer pues les han sido reveladas a sus profetas.
Empieza a ser tiempo de no dejar pasar ya una más en el ataque a nuestra libertad más personal, a nuestra vida y nuestro convivir. Empieza ser preciso dar respuesta, contundente, arrolladora a esta minoría que paso a paso nos pretende imponer sus desvaríos sectarios. Es hora de que la mayoría sensata, razonable haga oír su voz contra quienes solo pretenden imponer la suya a todos los demás. Quizás sea preciso llenar las calles nosotros y nuestros perros en esta ocasión, contra este trastorno delirante al que nos pretenden uncir como a bueyes. Castrados, claro está.