La ola de robos que está sufriendo la ciudad mantiene cada vez más preocupados a los hosteleros y comerciantes, los principales afectados. No hay noche en la que uno de ellos no reciba una llamada que le notifica que su negocio ha sido asaltado. Se levanta de la cama, se viste, y acude al lugar para descubrir siempre la misma escena: la puerta reventada, la caja registradora por los suelos y/o desaparecida, y todo revuelto. Uno de los lugares a los que le tocó el turno ayer fue a “La Cantera”, una cafetería situada en al glorieta de América.
“Con una pata de cabra rompieron la puerta –comentaba el dueño, Raúl Vázquez, visiblemente cansado después de una noche en pie– y lo que faltaba era la caja de cambio y el equipo de la TPV roto”. Al parecer, arrancaron el cajón de cuajo, provocando un destrozo. En total, calculan que se llevaron mil euros, entre la caja de cambio y la TPV. Como siempre, los daños en la puerta la habían dejado inservible. “No la pude cerrar en toda la noche, así que estuve aquí hasta que abrimos, y a las ocho de la mañana fui a poner la denuncia”, explicó.
Como ocurre con muchos afectados, Vázquez siente cierto malestar por la falta de vigilancia que percibe en las calles. “No entiendo que servicio están dando, pero ayer robaron en el de al lado (Una panadería)”, protestó. En cuanto al dinero, sabe que no aparecerá, y en el que caso de que las pesquisas de la Brigada Judicial de la Policía Nacional consigan identificar y detener al autor, este no permanecerá mucho tiempo en prisión. Además, no es la primera vez. Recuerda que hace 17 años descubrió y encerró a otro ladrón en un local anterior. “Cerré la puerta con él dentro y llamé a la Policía, y no sé qué hizo con el dinero, porque no apareció, y el juez lo sentenció a diez días de arresto domiciliario”
La rapidez con la que actúan los ladrones hace que sea muy difícil descubrirles in fraganti, incluso aunque la alarma advierta de su presencia. Generalmente, emplean el método del apalancamiento, rompiendo la puerta principal, aunque en el caso del Ayó Pasta Bar, que fue robado en la noche del martes al miércoles, tuvieron problemas para abrir la puerta principal, así que se colaron por la ventana donde estaba instalando el aire acondicionado aprovechando que solo la protegía una débil rejilla de madera, llevándose todo lo que pudieron. El dueño calculaba el perjuicio en miles de euros.
Por el momento, la Jefatura Superior de la Policía Nacional no ha anunciado el arresto de ningún sospechoso de estos delitos. Fuentes policiales señalan que se trata sobre todo de delincuentes autóctonos, aunque es posible que estén relacionados con individuos marginales que han ocupado inmuebles, una situación que ha generado muchas molestias en algunos barrios como Os Mallos.
De hecho, fuentes policiales señalan que en los últimos días han recibido un aumento de llamadas en las salas de 091 y del 092. Sin embargo, la falta de personal que padecen ambos cuerpos limita su capacidad para atender la demanda de vigilancia en la ciudad que cada vez parece más generalizada.