Los Bomberos acudieron ayer a la promoción abandonada de Epamar, en Palavea, ante un aviso de incendio. El olor a humo llegaba a las viviendas más próximas, pero el fuego no estaba localizado. Los Bomberos tuvieron que emplear equipos de respiración autónoma para introducirse en las estructuras ruinosas hasta localizar la fuente: unos cartones en los garajes subterráneos a los que una mano anónima había prendido fuego.
Si esto es obra de un okupa, o de un simple gamberro, es imposible saberlo, pero no es la primera vez que ocurre. Los vecinos de estas casas, formadas por varios portales situados en la calle de Padre Bustos, están acostumbrados a esta clase de incidentes, aunque hace tiempo que se había mantenido cierta calma, rota ahora con este incidente.
La asociación de vecinos Os nosos lares ha pedido en varias ocasiones que se tapien los accesos para que no entren en los inmuebles abandonados toda clase de sujetos sospechosos, ya sea a pasar la noche, a consumir drogas, celebrar fiestas o realizar gamberradas. Fuentes consultadas señalan que uno de los portales sí ha sido cerrado, pero que varias viviendas se hallan okupadas.
Los okupas no son los mismos que habían dado problemas en 2020, cuando tras instalarse en el número 56 se habían producido enfrentamientos con los vecinos, puntualizan las fuentes consultadas. En los portales abiertos continúa el trasiego de gente, aunque en varias viviendas con propietarios existen puertas antiokupas.
A veces, los vecinos alertan a la Policía, pero esta no puede entrar sin una orden al tratarse de una propiedad privada, a menos que tengan constancia de que se está produciendo un delito. En general, consideran que se ha reducido la conflictividad. Los vecinos escuchan ruidos, ven movimientos, pero poco más.
Donde no se percibe ningún movimiento es a nivel constructivo: los edificio siguen degradándose tras veinte años de abandono, convirtiendose en uno de los últimos recuerdos del estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008. El Ayuntamiento aseguró que había pedido al Sareb, el llamado ‘banco malo’ que le entregara las 52 viviendas para poder destinarlas al alquiler social, pero de eso hace años, sin que la situación haya cambiado.
No hay que olvidar El ‘banco malo’ solo es propietario de la deuda hipotecaria que pesa sobre la inmobiliaria, y que le fue transferida por un banco, como miles de casos más tras el estallido de la burbuja. Esos inmuebles nunca llegaron a ser entregados a los que los compraron en 2005 y la mayoría de ellos nunca serán indemnizados.