El choque cultural entre oleirenses y madrileños que dio en el cierre de un bar de Mera coleó y tuvo repercusión en todo el territorio nacional. Si bien se trata de una zona muy concreta, con un perfil de visitante muy específico, los profesionales del sector en A Coruña suavizan su discurso a la hora de valorar la calidad de sus clientes foráneos y el comportamiento de éstos. No obstante, debe ser una cuestión de horas y de tragos, pues la visión de sus colegas del ocio nocturno se parece mucho más a lo que dictan en Mera: son altivos y peores que los extranjeros o los coruñeses.
Si alguien puede y sabe ponerse en los dos casos ese es Álvaro Victoriano, madrileño afincado en la ciudad desde hace 13 años, presidente de Coruña Cocina y responsable del grupo Peculiar. No comparte que los madrileños, o ‘fodechinchos’ para los más críticos, sean un problema y lo achaca a un caso de tensión acumulada o no resuelta. “Decir lo que dijo el dueño del bar me parece una barbaridad y el comportamiento depende de muchos motivos: es un cúmulo de circunstancias y hay momentos muy bonitos y otros desagradables. Todo el mundo paga sus frustraciones con el blanco más fácil y tú te tienes que callar, por eso de que el cliente tiene la razón” subraya. Vamos, que en este caso el hostelero meracho sería el personaje de Michael Douglas en ‘Un día de furia’. Y al final explotó. “De todos modos, A Coruña está muy por encima de muchos sitios de España, tanto en calidad de hostelería como de clientes”, dice Victoriano.
Por su parte, el presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de A Coruña, Héctor Cañete, habla de una cuestión de costumbres. Para él, que un turista se familiarice con el pulpo o el marisco es como si a un ‘koruño’ le piden pronunciar bien la erre francesa o acertar a la primera con los calçots o los escargots. “Siempre hay quien pide tortilla con el café y hay que tomarlo con moderación, pero tenemos una gastronomía afortunada y con productos del mar que mucha gente desconoce; además, las redes sociales hacen mucho daño”, lamenta. “Evidentemente, no vamos a compararnos con un turista japonés, súper educado y respetuoso, pero no veo una situación dramática y la atención al público es dura en todas partes”, prosigue.
Alberto Boquete, presidente de la asociación de hosteleros de La Marina, es quizás uno de los grandes especialistas en tratar a diario con turistas, aunque en este caso principalmente extranjeros. “Tontos hay en todos lados, no creo que sea un tema de procedencia. Es cierto que tradicionalmente hay mucho madrileño en Mera, pero nosotros recibimos gente de todas partes del mundo”, subraya.
Respecto al ocio nocturno, Emilio Ron, gerente del grupo París, asevera: “En la noche hay un comportamiento diferente: el precio se vuelve un condicionante de compra, preguntan por adelantado y en ese caso es sobre todo gente de Madrid, donde las copas son mucho más caras. Más allá va Pocholo, de Aeroclub. “Vienen con una prepotencia un poco burda y mala educación. La gente con la que trabajamos todo el año es diferente”, finaliza.