Va camino de convertirse en culebrón la relación entre el Ayuntamiento y los vecinos respecto al proyecto de humanización de las Casas de Franco, aunque en esta ocasión una de las partes, la institucional, apela a la coherencia y al consejo de los técnicos de Urbanismo. Se trata de un 'hasta aquí puedo llegar' en la reconfiguración de una obra que ha llevado a cientos de personas a la calle, ha sido tema de consenso en el pleno municipal y ha provocado dos rectificaciones en los planos respecto a la idea original.
Ambas partes se vieron las caras por la mañana, pero en cuestión de horas ya han salido públicamente a matizarse la una a la otra. El famoso parterre, que empezó siendo de metro y medio, pasó a 75 centímetros y ahora se estimaba en menos de medio metro de altura, ofrece según fuentes municipales dos alternativas. “O vaciamos el parking subterráneo y lo tapiamos o no existe otra forma de que se canalicen los cables de alta tensión. O eso, o quedan al aire libre, con el peligro que supone para los niños”, afirman.
Respecto al segundo punto de la discrepancia vecinal el asombro es enorme en las filas municipales. “Jamás ha existido una zona de carga y descarga en esa área, basta con pasar por allí para comprobarlo”, apuntan. Además, recuerdan que el carril de la derecha de la ronda de Outeiro “es zona 30 y ciclable, por lo que no se elimina ninguna opción para los ciclistas”.
No demasiado lejos de las Casas de Franco se sitúa la plaza de As Conchiñas, ejemplo de pérgola que ha dado servicio al barrio, especialmente en el caso de la gente mayor, y que el Ayuntamiento sitúa en las antípodas de la marginalidad que presagian los discrepantes con la propuesta de humanización.
Finalmente, con un ancho de 3,4 metros en su punto menos generoso y hasta 4,8 en el más amplio, el Ayuntamiento garantiza el trabajo eficiente de los servicios de emergencia o de cualquier vehículo que requiriese acceder al nuevo entorno.