Acostumbrados a reivindicar igualdad de servicios, los vecinos del Recinto Ferial han descubierto una especie de 'piscina' natural cada vez que la lluvia descarga con fuerza en el barrio. Lo que debería ser la unión entre el camino peatonal y un carril bici todavía en pañales se inunda hasta el punto de rebosar a la altura de la entrada del aparcamiento de Espacio Coruña, algo que ha dejado situaciones curiosas, como la de un peatón saltando como si existiese un trampolín.
El nuevo fenómeno despertó numerosas bromas, pero se ha vuelto un pequeño incordio para quienes se ven obligados a utilizar ese tramo de la vía. Y es que en ocasiones alcanza la altura de la rodilla de una persona de estatura media. “Por lo menos no es peligroso, pero si se te ocurre pasar en bicicleta llegas duchado a casa”, lamenta Lucía Fernández, vicepresidenta de asociación de vecinos. “No es una cosa de un día, sino que cuando llueve baja el agua por el carril bici y termina por acumularse ahí”, añade.
Los residentes se ponen más serios cuando analizan las causas reales y al traer a colación la obra del camino ciclable. “Nos dijeron que se pondrían con él, pero de momento no hay nada y parece que está todo parado”, recuerda. “Es un tema que ya cansa, añade Fernández.
Y es que, a pesar de que la ciudad avanza hacia una movilidad mucho más europea, en el Recinto Ferial siguen luchando por cosas mucho más básicas como no caminar a oscuras de noche o, simplemente, poder rodar con sus vehículos de movilidad personal sin barreras naturales o arquitectónicas.