O’Bo ha conseguido algo que ya quisieran para sí desde los empresarios a los entrenadores de fútbol: marcar una fecha para el adiós sin que el mercado o la obligación condicionen en absoluto esa decisión. Pero ni así ese momento está libre de dolor o de pena, que no de dudas, por parte de quien tiene que bajar para siempre la verja. Y cuando al otro lado de la misma hay 42 años de historia y toda una legión de fieles se hace si cabe más difícil.
Ese relato es precisamente la historia de la jornada del viernes 31 de enero de 2025 para Susi y Elena, las herederas de Carlos González que no han encontrado quién herede el mesón. Pero, volviendo a los sentimientos, una cosa es imaginarse el día del adiós y otra muy distinta encararlo. “Hasta que llegué y empezó a sonar el teléfono no fui consciente de que era el último día. Cuando estás metida en la vorágine no da tiempo a nada”, comenta Susi, que ‘aterrizó’ cuando al otro lado del teléfono encargaban un cocido para carnavales. No podrá ser.
A medida que se aproxima la hora de comer el local, de casi 200 metros cuadrados, empieza a quedarse pequeño. Las ‘cuncas’ de siempre para los clientes de siempre, pero también muchos eventuales que quisieron darse un último gustazo. Ni siquiera esa base social que garantiza el futuro, ni las lágrimas que empiezan a brotar con cada muestra de agradecimiento. Nada le concede una prórroga a la vida de O’Bo. “Son casi 43 años, pero es que llevamos dos trabajando mucho y durmiendo muy poco. Nos llevamos mucho cariño y precisamente por eso mi padre nos dijo de esperar hasta el final de enero”, reconocen las hermanas.
El responsable de buena parte del legado, Carlos González, no quiso perderse desde su tribuna privilegiada las últimas horas del negocio. “Estoy triste, pero contento por mis hijas”, confiesa. Buena parte de los abrazos y las muestras de cariño van dirigidas a él.
Entre las muchas cosas que perderá A Coruña con el cierre de O’Bo la más dolorosa para muchos será, sin duda, la pérdida de una tortilla que puede considerarse histórica y pionera en la gastronomía de la ciudad. Vencedor del Campeonato de España de Tortillas en el año 2003, fue el primer establecimiento que elevó a referente nacional la variante betanceira. También el punto de inflexión en las más de cuatro décadas de trayectoria y el gran reclamo que le hizo penetrar en el país del Sol Naciente mucho antes de que internet llegase a cada esquina del mundo.
Y es que el mesón de la calle Menéndez Pelayo vio, con ese galardón conquistado hace 22 años, cómo se abrían de par en par las puertas del mercado asiático. “El Campeonato de España nos cambió la vida totalmente: pasamos a atender a gente de fuera de España y sobre todo a japoneses. No fue uno ni dos, sino auténticas excursiones de grupos de gente”, explica Susi González, propietaria del negocio. “Luego descubrieron las tapas y ya fue el no va más”, añade. No exagera. O’Bo se convirtió en el primer local de A Coruña con mención especial en dos guías gastronómicas de Japón. Laura Rodríguez, responsable de la cocina hasta el último minuto, quiso agradecer la cobertura de El Ideal Gallego con una tortilla de despedida. Ni siquiera entonces se reveló el porqué ni la receta ganadora de 2003. Solamente la composición: un total de 10 huevos de producto de proximidad. “La clave es el buen producto y ponerle mucho cariño”, indica. A medianoche la verja se bajó para siempre. Y con ella su secreto.