Si hubiera que crear un emoticono para definir el verano las opciones serían una sombrilla, gafas de sol y helado. Los tres podrían parecer un vacile o una ofensa para el coruñés al que le tocase vivir unas vacaciones de verano de paraguas, chaqueta de entretiempo y hasta puchero en la mesa. Solamente la ola de calor de los últimos días ha hecho que el final de un mes de julio para olvidar dejase imágenes propias de un verano de postal: el día más caluroso del año, con hasta 28,5 grados según Aemet, llenó los arenales, las terrazas y dejó una intensa jornada de trabajo en las principales heladerías de la ciudad: más de seis horas de servicio ininterrumpido en las más famosas de la avenida de La Marina.
El incremento respecto al anterior récord fue de casi 2 grados (26,7 el domingo) en apenas 48 horas. La medalla de bronce ahora se remonta al 5 de abril, con 26,4 grados, lo que deja clara la ‘longa noite de pedra’ en tres meses en los que sólo el calendario o el calor del fuego de San Juan correspondían al sentimiento a pie de calle, o de playa.
Es en muchos sentidos La Marina un termómetro de la ciudad. No solamente se trata, con permiso de la Torre de Hércules, de la postal más comprada e instagrameada. También la salud de su hostelería y de su comercio marcan las ganas de los coruñeses de dejarse ver, de consumir y de pasar un rato con las ideas al sol. Es también la milla de oro del helado, donde es posible elegir entre hasta siete opciones y artesanos diferentes. La última en llegar fue la oleirense Rafa Gelato, que vive sus días más intensos cinco meses después de su apertura en el callejón de la Estacada. “Viene muchas más gente y hemos extendido el horario hasta medianoche”, afirma uno de sus trabajadores. “Con el buen tiempo, el ochenta por ciento de los clientes son de aquí”, añade.
Pared con pared también se encuentra otro clásico que ha cambiado de emplazamiento: la Colón, con 35 años de historia. Hablar con un empleado o el encargado es imposible. La cola no se detiene y el viaje de la caja a las enormes montañas de helado desafían una carrera de relevos en París. La explicación la da, a unos pocos metros, una trabajadora de la cercana La Ibi. “Son seis horas seguidas de servicio sin parar, en días así es impresionante”, reconoce.
Por otra parte, tal y como se intuía en los últimos años, el pistacho se ha hecho con la medalla de oro y ha subido al primer cajón del podio en las preferencias de los coruñeses. “Es ya, junto al chocolate, el primer sabor que piden los clientes”, explican en varios de los establecimientos.
Por su parte, los más clásicos optan por sentarse a ver pasar el tiempo en las terrazas, caña bien fría mediante. Todos los profesionales confían en que sea el adiós a un julio para olvidar.