Todo lo que sube baja, pero a veces los ritmos entre una y otra acción no son igual de rápidos. Y sino que se lo pregunten a los dietistas y nutricionistas, así como a sus pacientes, obligados a una relación de entendimiento que tradicionalmente pasaba por la negación y hasta el acto de contrición después del jolgorio navideño. Sin embargo, en previsión de un aluvión cada vez mayor de clientes con motivo del nuevo año, los profesionales del buen comer advierten: ni existen los milagros, ni las prisas son buenas. Los que pasen por sus manos se enfrentarán a un proceso educativo que tiene por finalidad adquirir hábitos permanentes.
Propósito de Año Nuevo y sentimiento de culpa a partes iguales, muchos de los que entran por primera vez por la puerta de una clínica marcan objetivos cortoplacistas y básicamente de recuperación de lo ganado, algo que no entra en el plan de trabajo habitual. “Si empezamos así, les digo que muy mal, porque la gente tiene que aprender a comer para siempre”, subraya la nutricionista María Viña, con clínica tanto en la ciudad como en Carballo. “Notamos muchísimo incremento de trabajo estos días y nos vienen con eso de que empiezan un año nuevo y quieren adelgazar. Yo les ayudo, pero también hay mucho índice de abandono cuando pierden esos kilos que buscaban”, añade.
Viña apunta a un público ecléctico, entre los 17 y los 66 años, y avisa a futuros clientes de lo que se van a encontrar: “Hacemos una entrevista de gustos y hábitos del día a día, porque no les vamos a quitar de nada”.
El Colegio Oficial de Dietistas y Nutricionistas de Galicia, con sede en Novo Mesoiro, habla de uno de los momentos más importantes del año para el gremio. “Después de las fiestas viene tanto gente que considera que ha agarrado peso y se nota más hinchada como gente que se lo propone como propósito de Año Nuevo”, afirma su secretaria, Uxía Rodríguez. “La horriblemente llamada ‘Operación Bikini’ provoca que, aunque enero no sea el mes más fuerte, sí sea importante”, prosigue la especialista, que rechaza el modelo antiguo de trabajo: “Los milagros no existen más allá de hábitos saludables. La alimentación saludable sin extremos es el mejor consejo, nada de dietas restrictivas”.
Por su parte, Viki Lorenzo se define como una consulta “no pesocentrista”, en la que no se le presta “atención a los números de la báscula, sino a otros indicadores de salud, como es la organización de horarios del paciente”. Y es que la felicidad medida en kilos arriba y abajo está condenada al ostracismo, al igual que la dieta autorregulada. “Eso está destinado a un efecto rebote, así como a la monotonía”, explica.
Finalmente, Laura Regueiro y el equipo de Arela Saúde coinciden con sus colegas en que las prisas y los objetivos cortoplacistas son malos compañeros de viaje. “Se ve un objetivo más global de cambio de hábitos, lo que provoca una adherencia mayor y no se trae esa prisa de antes, que además no lleva a nada bueno en la salud”, indica. “Esa gente que tiene tanta prisa por perder peso es la que antes abandona. La otra visión es la de la gente constante”, recuerda. Y es que comer sano y comer bien no pueden tener otra cosa que un final feliz.