Hostelería, vecinos y Ayuntamiento de A Coruña vuelven a verse las caras: qué se dirán esta vez

El Gobierno local vuelve a convocar la mesa de negociación para el sector sin que la oleada de cierres se haya parado
Hostelería, vecinos y Ayuntamiento de A Coruña vuelven a verse las caras: qué se dirán esta vez
La mesa de negociación del pasado 18 de marzo Javier Alborés

Solamente 40 días después del histórico encuentro del pasado 18 de marzo, el segundo acto de la mesa de negociación que pretende diseñar el futuro de la hostelería y el ocio nocturno volverá a reunir a los mismos protagonistas en María Pita. Llega tras un primer encuentro para que, como dijo la alcaldesa, los Ayuntamiento, empresarios y vecinos se pusieran cara y se miraran a los ojos. Ahora les toca mover ficha y que cada uno presente las propuestas que en forma de deberes de Semana Santa había puesto el Gobierno local, organizador del encuentro. Las tres partes defenderán sus intereses el martes 29, desde las 18.00 horas, de nuevo en el Palacio Municipal. 

 

 

A pesar de que la mayoría de los 40 asistentes consideraron la creación de la mesa todo un avance y alabaron la actitud de los diferentes actores de la misma, hoy la situación es muy parecida a la que propició el cabreo de algunos hosteleros. De la alineación del ocio nocturno se han caído el pub Folks y el bar La Barbería, ambos separados por unos pocos metros en la calle Orzán y cerrados por orden municipal. Por eso, la Asociación para la Defensa de la Hostelería llevará tres propuestas que ya ha adelantado este diario: la creación de un servicio externo de licencias (o privatización del mismo), el traslado de las competencias del sector desde Urbanismo a Cultura y Turismo, así como la aplicación de la ley autonómica o la recuperación de los vasos de plástico en el desalojo para acelerar el trámite de última hora. 

 

 

Por su parte, la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería apela a la trayectoria y experiencia de la entidad y prefiere guardar en secreto las medidas que pondrá sobre la mesa de negociación. "Llevamos 42 años trabajando y preparando este tipo de cosas, con miles de reuniones. Llevaremos el trabajo hecho, pero por supuesto que lo primero que haremos será colaborar con el sector", advierte Héctor Cañete, su presidente.

 

Vecinos

La Federación de Asociaciones Vecinales aún debe mantener una reunión directiva previa, pero tiene claro que existen líneas rojas que no piensa traspasar. "Lo nuestro va a ir encaminado al descanso de las personas y el cumplimiento de la legalidad. El que no lo haga, que les cierren o les multen", declara de manera tajante su presidenta, Luisa Varela.

 

Es precisamente esa legalidad lo que parte de los hosteleros, especialmente los vinculados con el ocio nocturno, pretenden cambiar. Por un lado utilizarán como ejemplo la última Semana Santa para reivindicarse como motor fundamental de la ciudad y polo de atracción turística: el lleno registrado durante varias jornadas a pesar del mal tiempo será su aval, además de la ecuación entre turismo gastronómico y festivo. 

 

Zonas ZAS

En los compases finales de la reunión del pasado 18 de marzo la alcaldesa, Inés Rey, abrió la puerta a revisar las llamadas Zonas ZAS (Zonas Acústicamente Saturadas). Las dos asociaciones de hosteleros, la más reciente y la de toda la vida, están de acuerdo en que suponen una sentencia a medio plazo para los establecimientos: local que es multado, local que pierde para siempre su licencia. Sin embargo, modificar las zonas ZAS también puede significar aplicar la normativa de las mismas en espacios que hoy en día son un polo de atracción, como Torreiro o José Sellier, y acabaría por arrasar la actividad de decenas de establecimientos.

 

 

También volverán a estar sobre la mesa los famosos decibelios. Mientras unos pedirán que se aumente el margen "para poder trabajar" con el compromiso de una mayor insonorización, otros apelarán al cumplimiento de la normativa vigente. Entre una negociación y otra, por ejemplo, ha habido pubs que han optado directamente por trabajar sin música por miedo a sanciones o no poder cumplir con unos márgenes que ya los propios clientes rebasan con su conversación.

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